Tranquilos, aquí no pasa nada. España no se rompe. Lo dicen los políticos más inútiles de nuestra historia reciente, que gobiernan para sí mismos, para continuar en el negociado, de espaldas a la auténtica realidad de un pueblo que no les ha dado el mandato para liar la que están liando. Qué pena de país anestesiado, qué pena de Andalucía dormida. Insistirán: tranquilos, que no pasa nada, que Doñana seguirá siendo Doñana, ese lienzo de marisma eterna, que el quebrantahuesos volverá a cruzar los cielos de Cazorla, isla pétrea sobre un mar de olivos, que no se devolverán la Alhambra y la Mezquita a los moros, que no se rellenará con tierra Corta Atalaya ni se aclarará el río Tinto, que no se urbanizará el Torcal de Antequera ni se desecará la laguna de Fuentedepiedra, que no se prohibirán los chistes de Lepe, que el Tercio organizará los 101 kilómetros de Ronda, que una amiga granadina podrá mantener su acento accitano aunque viva en Madrid... ¿Nos fiamos? No sé. En la España de Zapatero puede pasar cualquier cosa. Hace unos meses nadie hubiera dicho que Andalucía era una “realidad nacional”, porque... ¿qué andaluz le ha pedido a Chaves esa denominación siguiendo la estela del nacionalismo excluyente e insolidario de Cataluña?
Me quito de en medio para dejar paso a un artículo de María Jesús Ortiz, esa amiga de Guadix, que define infinitamente mejor que yo el estupor y la frustración que deben sentir los hijos de aquella hermosa tierra:
“Yo soy de los andaluces que ven, o creen ver, Andalucía en todas partes. Ya sea en el metro, entre la marabunta, en los atascos, siempre hay un “no sé qué” que te lleva a ella. (...) Yo soy uno de tantos cientos de miles de andaluces que aprendimos que nuestra singularidad estaba más en la suma de voluntades, en el cúmulo de culturas diferentes y, sobre todo, en la apertura a todo y todos, que en la construcción de muros identitarios de difícil comprensión. (...) “Realidad nacional”, dicen para acuñar la condición andaluza. Pero, ¿qué es una “realidad nacional”? ¿Acaso una variedad edulcorada de “nación”? ¿El reflejo bisoño de las ambiciones catalanistas? ¿El eslabón perdido entre la “autonomía” y la “nación-estado”? Y, sobre todo, ¿qué beneficios va a reportar a Andalucía este cambio de denominación? (...) No nos engañemos y digamos que este debate ha estado siempre en la mesa de las prioridades políticas andaluzas, cuando no ha sido ni es así, cuando más bien la “realidad” de Andalucía sigue siendo el paro, la emigración constante, la baja productividad de su economía, el preocupante índice de clientelismo en el ámbito rural o las sombras que envuelven, con más o menos razón, las áreas económicas que se sostienen vía subvención. (...) La esencia del espíritu andaluz, la seña básica de su identidad, la “realidad” histórica que corretea por sus calles, es su universalidad, es su “no fronteras”, es su “ser andaluz y, al mismo tiempo, ser de allí, allá y acullá”, es la ancianidad y a la vez continua renovación de sus costumbres, es, en fin, la magia, la fuerza y el carácter de un pueblo basado en el sentir y en el sentimiento, y no en banales artificios nacionalistas. Ya lo dice el himno, ya lo contó Blas Infante y Federico García Lorca y Antonio Machado y tantos otros… andaluz de nacimiento, andaluz universal”.
03 mayo 2006
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4 comentarios:
Si hay algo que refleja fielmente el sentir andaluz es la feria. En particular, la feria de Abril de Sevilla es un reflejo de su sociedad. Los propios sevillanos presumen de llevarse el salón de su casa a la feria para recibir a sus amigos. Y en la caseta bailas, comes, te ríes, haces negocios, disfrutas de la amistad, como sólo los andaluces saben hacerlo. Lo curioso de la Feria de Abril de Sevilla es que no fueron sevillanos quiénes se ocuparon de su organización en sus albores. Lo curioso es que fueron un tal Bonaplata y un tal Ibarra, catalán y vasco, respectivamente, quiénes tuvieron la iniciativa de inventarse la feria hacia mediados del siglo XIX, con fines, cómo no, mercantiles. Lo curioso, Mike, que esas primeras ferias dónde no llegaron a instalarse una veintena de casetas, contaron con las trabas de los propios sevillanos, de los propios andaluces y de los mismos madrileños (que querían imponer demasiados impuestos)... La semana pasada estuve en la feria de Abril de Sevilla. Me escapé, como suelo hacerlo todos los años, y comí, y bebí, y reí y bailé y disfruté de mis amigos e incluso cerré algún que otro negocio. Me tomé la libertad entre manzanilla y manzanilla de inquirir sobre el parecer de los invitados sobre esa nueva realidad nacional. Las contestaciones fueron una sucesión de ocurrencias cada vez más ingeniosas, pero lo que subyacía bajo esas respuestas, a mi entender, era una idea: no existe opinión ni en un sentido ni en otro sobre el tema, al andaluz no le produce ningún desasosiego el asunto. Yo he decidido mirar mi propio ombligo y dejar que los demás se miren el suyo. Ni tan siquiera en nombre de la patria, me atrevería a mirar el ombligo de los demás. Si algún día tocan lo importante del sentir andaluz , estoy convencido de que los propios andaluces sabrán cómo atacarlo.
Riddleman
De vez en cuando leo esta blog, que me recomendó un amigo de un amigo, y no suelo hacer comentarios. Esta vez los haré. En principio puedo compartir la idea de que cada uno se meta en sus asuntos (así he querido interpretar la frase de "ni tan siquiera ... me atrevería a mirar el ombligo de los demás"), pero no es cierto, no me parece bien quedarse al margen, no estoy de acuerdo, vaya!. Cuando leo o escucho noticias relacionadas con la nueva corriente de "nacionalidades", lo que me produce realmente es una profunda pena de ver a lo que nuestros políticos se están dedicando. Yo pensaba que la riqueza de nuestro país se debía, como ocurre en otros paises, no nos creamos únicos, es la diversidad de costumbres, cultura y gentes, pero lo que están buscando los políticos es que esa diversidad se transforme en división, y lo peor, para sacar rentas políticas, no en beneficio de la gente. Confío en la cordura de los españoles que, creo, al final no solemos hacer caso de las tonterías de la clase política y nos preocupamos por nuestras familias, su bienestar y su futuro, espero..., pero repito, me da pena que tengamos que hablar de estas cosas, ¿había necesidad?, ¿qué beneficio vamos a sacar de todo esto? cuando vengan los referendum, ¿el argumento de los políticos va a ser que cada uno es diferente al de al lado y que lo mejor es estar separados?...
Una pregunta, Riddleman: ¿Crees que los navarros, por ejemplo, sienten algún desasosiego? Porque yo en su pellejo lo sentiría.
Sobre que cada uno se centre en su propio ombligo creo que hay una diferencia entre el vivir y dejar vivir, que yo defiendo, y el dimitir de la realidad. Que los políticos generen problemas en vez de solucionarlos me preocupa, y más si esos problemas son artificiales. Quizás no veamos las consecuencias ahora, cómodamente adormecidos en nuestra prosperidad, pero algún día sufriremos los lodos de estos polvos, estoy seguro. Si algunos quieren mirar hacia otro lado, perfecto, pero yo prefiero tener un espíritu crítico sobre lo que ocurre a nuestro alrededor.
El único clamor popular reciente proveniente de Navarra del que he tenido constancia ha sido ocasionado por la victoria del Osasuna sobre el Atlético de Madrid y la derrota frente al otro equipo de nuestro pueblo. Bromas aparte, que incluso reconozco que pueden ser de mal gusto, sinceramente no creo que el pueblo navarro sienta desasosiego. Mas bien parece que el que se siente desasosegado es el presidente de su Comunidad. Gracias a Dios han desaparecido los sistemas feudales y los derechos de pernada ...
Evidentemente en todo en la vida tenemos que presentarnos con espíritu crítico y en particular, cuando el ejercicio del poder político daña a la comunidad. Pero crítico no significa destructivo y contrario, por principio, a lo que hacen los demás. Entiendo la política en un sentido más etimológico de la palabra (polis: ciudad), entiendo la política como un espacio vital donde la actividad humana se debate en el objetivo de satisfacer sus propias necesidades y donde el hombre, como ser inteligente, es capaz de consensuar criterios. Entiendo la política sin separarla de la democracia, pues vivimos en colectividad y necesita mecanismos de deliberación colectiva. Entiendo la política sin separarla del Estado, porque la sociedad es dinámica y necesita CAMBIOS que es necesario regular. Y entiendo la política sin separarla, por qué no, de la utopía porque la sociedad necesita imaginar escenarios futuros y cómo afrontarlos. Cuando se entiende la política como una profesión, entiendo que perdemos la esencia de la política, y eso, Mike, es la sensación que tengo que está sucediendo en nuestra querida España. Permíteme que te haga una confidencia: yo también pienso que llamar a Andalucía realidad nacional es una chorrada –recuerda que me gusta provocar, alimentar el debate- pero no me siento capaz de discutirlo porque realmente no sé ni la dimensión ni las implicaciones de ello. Reconócelo, Mike, me da la sensación que no lo sabe nadie ... Lamentable. Afortunadamente, los políticos tienen su junta de accionistas y su Consejo de Administración que son inexorables (hemos tenido una muestra reciente). Como decía tu nuevo comentarista, esperemos a los referendos. ¿A qué daremos más valor, al resultado o a la participación?. En fin, recuperemos la política ...
Riddleman
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