02 mayo 2006

PEREGRINOS DE “EL CÓDIGO”

Al Vaticano no le gusta, así que más entradas se venderán, como más libros se han vendido. Matemático. Antes de su estreno, ya tenemos una película entre las diez más taquilleras de la historia. Creo que a la Santa Sede le hace falta un asesor de imagen, pero de los buenos, no de esos charlatanes que proliferan en las empresas vendiendo elixires. Y si sabe de mercadotecnia, mejor. ¿Que un tal Dan Brown ha vendido 20 millones de ejemplares de una novela que dice que Jesús se casó con María Magdalena y su linaje ha llegado hasta nuestros días? OK, aprovechemos el tirón. Hablemos. Montemos foros, debates, conferencias. Escribamos libros con la versión “oficial”: una Biblia para todos los públicos, con el nivel predigerido de la prensa gratuita. Con el nivel Dan Brown. Frente a expresiones como “Langdom gruñó” porque no daba con la clave para abrir el criptex, propongo que “Judas se cabree” porque le toque ser traidor a su pesar.
En la iglesia de Saint Sulpice, en París, junto al obelisco que supuestamente esconde el secreto del Santo Grial, hay un mensaje para los peregrinos de “El Código Da Vinci”: “Al contrario de lo que se afirma en una novela de moda, esta iglesia nunca fue un templo pagano”. ¿No sería mejor organizar visitas guiadas previo pago de diez euros para explicar a la legión de “código maníacos” que el obelisco forma parte, en realidad, de un calendario solar? Luego que cada uno piense lo que quiera, pero el párroco ha hecho caja, ha soltado su discurso desmitificador con una sonrisa pintada en la cara, ha quedado como un tipo simpático, nada conspirador, y ha mostrado a los turistas los tesoros de Saint Sulpice, que es de lo que se trata.
En París hay 25 agencias que explotan el filón. Una de las visitas obligadas es el Louvre, donde los guías -no del museo, por cierto- desnudan las meteduras de pata de Brown (ese cuadro de Caravaggio que una persona jamás podría levantar...), pero los fans tragan que da gusto, porque el libro les pone, la película les pone, y sueltan la pasta (unos cien euros) por estar en las localizaciones del “Código”.
Creo que el argumento se puede extrapolar a los lectores de prensa. Veremos si lo entiende quien tiene que entenderlo.

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