30 junio 2010

LA IGNORANCIA ES LA FELICIDAD

Dejó escrito William Shakespeare que en la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber. Es probable que el escritor inglés conociera -e incluso practicara en su juventud- alguno de los juegos de equipo que se desarrollaron en la Pérfida Albión durante la Edad Media y cuyos códigos eran más bien laxos. Por ejemplo, el fútbol de carnaval, donde participaban los habitantes de villas rivales, había un kilómetro de distancia entre las porterías, la pelota se conducía de cualquier manera y se repartía estopa a discreción. Hasta el siglo XIX, con la legendaria reunión de varios clubes londinenses en la taberna Freemason's, no hubo un código unificado cuya norma esencial era que “ningún jugador deberá correr con el balón en la mano”. Se redactaron trece reglas, entre ellas la del fuera de juego, que para los legos es como el último teorema de Fermat, y se prohibió patear al contrario.

“Me parece bien que la gente disfrute”, declaraba ayer poco antes del partido una compañera que cree que Messi, Cristiano y otras estrellas de la Liga juegan con España. Tengo mis dudas con lo del disfrute. Y más tratándose de una Copa del Mundo. Entre doce y quince millones de personas vieron el España-Portugal en los diferentes canales, que es mucho, pero que nos deja una legión de ciudadanos que decidieron hacer exactamente lo contrario eligiendo entre una variedad infinita de posibilidades. Que las calles se quedaran vacías no quiere decir que todo el mundo estuviera frente al televisor embizcado con el partido. Quizás alguno pasó la tarde-noche leyendo a Shakespeare y descubriendo que en el fútbol, tal vez, también se es más feliz con la ignorancia.

28 junio 2010

LUISÓLOGOS Y DELBOSQUISTAS

Luisólogo: dícese del conocedor profundo de los códigos y pautas de conducta del ex seleccionador nacional de fútbol (también conocido como «sabio de Hortaleza» o «Zapatones»), que perdona sus «rajadas» porque son «cosas de Luis» y, a fin de cuentas, nos dio una Eurocopa y cuenta entre sus amistades con un sexador de pollos.

Delbosquista: dícese del defensor a ultranza del actual seleccionador (hombre tranquilo, cabal e impermeable a las provocaciones, al que se puede criticar —siempre con cariño—) y que detesta a Aragonés por bocazas, gruñón... y porque jubiló a Raúl.

Ambos bandos sufren la maldición de estar esperándose mutuamente hasta el día del juicio final. Desde que Luis abrió la espita tras el descarrilamiento ante Suiza (al César lo que es del César), no han parado de zaherirse en los medios de comunicación, especialmente en las tertulias radiofónicas y televisivas, que acaban convirtiéndose en un gallinero donde se sacan los trapos sucios y hasta los cadáveres escondidos en el armario de pasadas citas mundialistas. «Te recuerdo que Luis también jugaba con extremos», le escupe un analista a otro mientra le clava una mirada glacial, esperando, tal vez, que el interpelado se ponga un cilicio para mortificar sus pecadoras carnes. Al principio pensaba que la bronca no era más que un recurso para llenar las largas horas de programación, pero hay pullas que tienen un claro poso personal. ¿Carácter español? Digamos que simples pasiones humanas: lo importante, a veces, no es ganar o perder, sino tener razón.

24 junio 2010

MARATÓN DE TENIS

El tenis en hierba es para cañoneros y sarteneros. Ping pong en pista grande. Federer flipa cuando asegura que en tierra es más fácil ganar: basta con correr más que el contrario. Lo dice porque él ha ganado un Roland Garros de milagro, porque Nadal estaba entre fundido y lesionado. Si es tan sencillo vencer sobre arcilla... ¿por qué les falta ese Grand Slam a campeones como Sampras y McEnroe? Tal vez no les gustaba correr. Y se les daba mejor el rollito ése del saque-volea. En Roland Garros (o en cualquiera de los Master 1000 jugados en la misma superficie) no se hubiera producido el maratón de tenis que han protagonizado John Isner y Nicolas Mahut en Wimbledon: 70-68 en el quinto y definitivo set, once horas de partido, un total de 183 juegos, 980 puntos, 215 saques directos, 490 winners y sólo tres breaks. ¿Jugaron estos tipos al tenis o al pim, pam, pum?
A pesar de todo, me gusta Wimbledon, torneo legendario, el campeonato de tenis más antiguo (se jugó por primera vez en 1877) y prestigioso del mundo. Destila tradición y sabor a club. En la Centre Court jugaron partidos míticos Borg y McEnroe en 1980 y 1981, y Nadal y Federer protagonizaron una apasionante final en 2008. Porque no son las pistas, sino los grandes tenistas, los que regalan el espectáculo.

LOS HOMBRES TAMBIÉN SE MAQUILLAN


Noche de concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid. Frente a los servicios, dos colas, la de los hombres y la de las mujeres, pero pasa algo raro: es mucho más larga la primera que la segunda. “Si fuera un recital de La Oreja de Van Gogh habría más tías”, dice un macho alfa melenudo y enlutado. Pero no es por eso. Hay mucha heavy en el recinto. Tampoco es porque a todos los tíos se les ha ocurrido aliviar la vejiga al mismo tiempo tras un duro trasiego cervecero. Al ingresar en el retrete damos con la clave: la peña se está maquillando. Tipos hechos y derechos se pintarrajean la cara como el chico estrella, el demonio, el hombre del espacio y el gato. O sea, los Kiss. “Como me vea mi mujer me pega un par de hostias”, dice uno de ellos partiéndose de risa. Tal vez es un ejecutivo que salió de su casa rumbo a una cena de empresa con la corbata de firma acomodada por su fiel esposa; en el maletero del coche tenía una mochila con el atrezo para el plan verdadero: la camiseta oficial del Tour Sonic Boom Over Europe 2010 (comprada en internet, porque las imitaciones que se venden en el Rastro llevan agotadas varias semanas), unos vaqueros raídos y el kit de maquillaje. Muchos como él provocan el colapso frente a los lavabos. Otros vienen ya perfectamente caracterizados como sus cantantes-personajes favoritos. Su disfraz es tan bueno que los fans les piden posar con ellos para una foto. No todo el mundo tiene mil pavos para gastar en el Kiss Meet & Greet Experience, un pack que incluye entrada de pista con acceso previo a la apertura de puertas, encuentro exclusivo con la banda (con fotografía, por supuesto), camiseta, póster de colección de la gira (numerado), programa, acreditación laminada, colección de púas y bono de cien euros para gastar en la tienda online de Kiss. Hay groupies que se dejarían una soldada por una experience como ésta.

En los minutos previos se anuncia por megafonía que “atendiendo a la legislación vigente está prohibido fumar”, a lo que responde el respetable con una sonora carcajada. “¿Qué ha dicho, que van a repartir birras gratis?”, grita uno. Huele a costo, pero no es como antaño, cuando los carrozas debutamos en un concierto heavy. Abundan los que se han dejado los pelos en la gatera del tiempo y acuden con sus vástagos, chavales que podrían ser los nietos de los miembros fundadores de Kiss. Las púas, por cierto, también pueden conseguirse gratis si uno llega prontísimo, sabe manejar los codos y logra colocarse en las primeras filas. Paul Stanley, colíder del grupo, tiene un buen alijo de ellas pegadas en la barra del micro y en los bajos de la guitarra, y las va repartiendo a discreción durante la velada. A algunas les pega primero un lengüetazo, como si fueran sellos, pero no parece que a sus destinatarios les importe esta menudencia. Es más, los salivazos dan pedigrí a las púas. Pero la lengua por antonomasia es la de Gene Simmons. No para de sacarla a pasear. Un día un periodista le preguntó cuánto medía. “Lo suficiente para que tu novia te deje por mí”, contestó el bajista. Hala, vuelve a por otra. Pero el órgano (una leyenda urbana dice que se lo trasplantó de una vaca) deja espacio suficiente en la cavidad bucal para que el tipo aloje una respetable cantidad de sangre falsa. Tras vomitarla, Simmons se eleva cual murciélago. En el parque de atracciones de Kiss hay tirolinas como la que utiliza Paul Stanley en “I Was Made For Lovin' You”, plataformas elevadoras para que el bajito del grupo, Eric Singer, ascienda con su batería hasta el techo, y guitarras cargadas de munición para que Tommy Thayer dispare a los focos. Por supuesto, llamaradas y fuegos artificiales. Kiss es mercadotecnia, y circo... y también música. Buenos temas. Al acabar el concierto los hombres con el rímel corrido de emoción se pierden en la noche madrileña con sus chicas y sus hijos tarareando “Rock And Roll All Nite”. Y quizás uno, el ejecutivo, maldiciéndose por haber olvidado el kit desmaquillante facial desechable.

Foto: Ángel de Antonio

22 junio 2010

EL PLAN B

Mis equipos en los mundiales siempre fueron España hasta octavos o cuartos, que es donde hemos establecido nuestra fecha de caducidad, y Brasil, el cartucho en la recámara de los perdedores. Pero no un Brasil cualquiera. No la propuesta de Dunga (como jugador y como entrenador), que es un pestiño insoportable aunque gane. Mi Brasil es el de Falcão, Sócrates, Zico, Cerezo, Serginho, Junior y Eder, la quintaesencia del jogo bonito, el equipo que más ha enamorado a los de mi quinta. Cuando Rossi acabó con ellos en Sarriá el 5 de julio de 1982 fue el fin del romanticismo en este deporte y el triunfo de los predicadores de la táctica. De la Italia eterna y del Brasil posmoderno. Se podía ir también con la canarinha de 1986 (con algunos supervivientes del glorioso plantel del 82) y de 2002 (con Ronaldo, Rivaldo, Denilson y Roberto Carlos), pero el plan B para Suráfrica no puede ser la tropa aburrida y disciplinada del sargento chusquero Dunga.

En realidad, el plan B para Suráfrica debe ser España para la ristra de países que no van a pasar los sucesivos cortes. De hecho, británicos e irlandeses ya nos apoyaron la pasada Eurocopa con un vídeo que triunfó en YouTube: “¿Tus planes para este verano se ha ido a la basura? ¡No te vengas abajo! Emigra al fútbol de España. Di no al pastel de carne y sí a la paella; di adiós a la cerveza tibia y hola al vino de Rioja... Y lo mejor: nuestras tradiciones futbolísticas serán respetadas... ¡porque a España también la eliminan siempre!”. No se guardó esa tradición, y ya va siendo hora de romper también con los atavismos mundialistas.

(En la imagen, Gentile "tortura" a Zico en el partido del Mundial 82 en el que Italia se impuso 3-2 a Brasil).

20 junio 2010

EL CORAZÓN DE LA MOVIDA LONDINENSE

Carnaby Street cumple 50 años como icono de la cultura pop.

Años 60. Beatles, Rolling Stones, The Kinks y The Who mandan en el panorama musical. La modelo Twiggy marca tendencia con su estilo andrógino y Mary Quant inventa la minifalda. La estética dominante es la “mod” (chaquetas entalladas, jerseys de cuello alto, parkas y scooters) cuyo latido se describe en la película Quadrophenia (1979), pero los movimientos hippie y psicodélico se van abriendo camino hacia una nueva modernidad. Carnaby Street, calle peatonal situada en el distrito Soho de Londres (cerca de Oxford Street y Regent Street), se convierte en el epicentro del Swinging London, el equivalente a la movida madrileña salvando las distancias de tiempo, espacio y estilo. Este año Carnaby celebra medio siglo como icono de la cultura pop con una agenda que mira a la década prodigiosa y que incluye, entre otros eventos, conciertos, exposiciones y desfiles de moda en honor a los “dedicated followers of fashion”, como cantaban los gloriosos Kinks.

En lo puramente geográfico, Carnaby es más que una vía comercial; entrarían en la denominación de origen una docena más de calles adyacentes donde se abrieron una serie de establecimientos donde acudían a abastecerse de trapillos y dar conciertos aquellas bandas míticas. Música y moda unidas en las calles del ritmo. La primera boutique, His Clothes, fue abierta en 1958 por John Stephen, diseñador bandera del grupo mod Small Faces y de David Bowie. Siguiendo a este pionero se instaló en el barrio I Was Lord Kitchener's Valet, tienda favorita de Jimmy Hendrix, donde corrió después de cobrar su primer cheque para comprarse una chupa militar. Otros locales rompedores fueron Mr. Fish y Cecil Gee, Kleptomania, Mates, Ravel...

Carnaby Street nunca hubiera refulgido en el mapa de la capital británica si los iconos de los 60, con los Beatles y los Rolling a la cabeza, no hubieran gastado sus libras allí. Surgieron varios garitos de música en vivo, entre ellos el legendario Marquee Club, en el número 90 de Wardour Street, donde dieron sus primeros pasos los Yardbirds, Eric Clapton, The Animals, The Who, Pink Floyd, Led Zeppelin, King Crimson, Yes, Genesis, Jethro Tull, Jimmy Hendrix... y, en las postrimerías de los 70, The Clash, The Pretenders, The Police, Siouxie and the Banshees, Ultravox y The Sex Pistols. En los años 80, en una decisión delirante, el edificio original fue demolido y el club se trasladó a Charing Cross. Tras varios avatares, hay un proyecto de reapertura en Leicester Square, aunque ya no será lo mismo.

Nombres de la moda están grapados a la historia del Swinging London, como la citada Mary Quant (su boutique, Bazaar, situada en Chelsea, se convirtió en lugar de peregrinación), Marion Foale, Michael Rainey, Ossie Clark, Lord John, Merc, Take Six e Irvine Sellars. La mayoría de las boutiques echaron el cierre hace tiempo, pero en Carnaby todavía se encuentran algunas indispensables para los neo mods y los nostálgicos de los sesenta, como Fred Perry, Sherry's, Lambretta o Ben Sherman. Los rastreadores de modelitos cool tienen aquí escaparates que provocan felicidad. Por cierto, este año marca también el 40 aniversario de la muerte de Jimmy Hendrix, que vivió en el número 23 de Brook Street, a diez minutos caminando desde Carnaby. La antigua casa acogerá una exposición (del 25 de agosto a 7 de noviembre de 2010) dedicada al considerado por muchos mejor guitarrista de la historia.

18 junio 2010

FARMVILLE CUMPLE UN AÑO

Con más de 80 millones de usuarios en todo el mundo (datos de mayo de 2010), el juego interactivo de Zynga alojado en Facebook se ha convertido en un pasatiempo adictivo para los granjeros virtuales, la principal fuente de ingresos para sus creadores y una eficaz plataforma solidaria (en cinco días recaudó más de cinco millones de dólares para los damnificados por el terremoto de Haití).

EL SÍNDROME NARANJITO

Todos tenemos en casa un pequeño museo de los horrores con objetos que un día nos hicieron desdichados. El ser humano se regodea en la autoflagelación. Dios sabrá por qué. Piezas de esa colección pueden ser los poemas escritos a un primer amor que pasó olímpicamente de nosotros, las notas con los suspensos académicos cosechados en la edad del pavo... o una entrada del Mundial 82, concretamente del partido Irlanda del Norte-Austria (que debió ser España-Austria si se hubiese cumplido un pronóstico firmado por Nostradamus en persona), boleto que no pudo revenderse a mitad de precio después de varias horas al sol a las puertas del Vicente Calderón y que quedó virgen para los restos, porque asistir al partidito de marras hubiera supuesto un castigo demasiado cruel.
Por culpa de aquella experiencia mundialista algunos acabamos presos del “síndrome Naranjito”, enfermedad que brota cada cuatro años y cuyos síntomas más reconocibles son: Euforia (¡Somos los mejores! ¿Candidatos? ¡Favoritos!). Negación (No es posible... ¿Suiza? ¡Que repitan el partido!). Ira (¡La culpa la tienen el árbitro, Zapatero, Sara Carbonero, el tiqui-taca y Luis Aragonés!). Negociación (No pasa nada, si le metemos siete a Honduras y Chile gana a Suiza y luego nosotros a los chilenos, igual todavía eludimos a Brasil en octavos...). Depresión (¿Quién diablos cubría a ese hondureño? Pero... ¿por qué nos tiene que pasar esto a nosotros y no a los italianos?). Y aceptación: el álbum de cromos que hemos logrado completar con paciencia y una insultante inversión de pasta, ya que en cada sobre salían dos o tres estampitas repetidas, entra a formar parte de nuestro pequeño museo de los horrores.

17 junio 2010

LA REDENCIÓN DE HOUSE

El doctor H está tirado en el suelo del cuarto de baño con dos pastillas de vicodina en la mano. Acaba de romper el espejo que le devolvía la imagen de un hombre solo, amargado, frustrado por la muerte de su última paciente con la que (oh, milagro) tuvo un chispazo de empatía. Además, la mujer de su vida ha decidido casarse con su novio y, al enterarse, él le ha regalado una bordería marca de la casa: “Es genial, una lección vital de una madre soltera de mediana edad que sale con un hombre-niño”. Detrás del espejo, en un agujero de la pared, esconde su alijo de drogas. ¿Qué tal un último viaje, el definitivo, y dejamos de preocuparnos por el dolor? Los que estamos al otro lado vivimos el desenlace con el corazón en un puño. “Ayúdeme”, el último episodio de la estupenda temporada 6 de House, culmina la redención de una serie que había dado síntomas de agotamiento.
Y no por culpa del lupus.

Tengo un amigo al que le divierte House, pero si fuera paciente de él “le metería el bastón por la boca”. Es posible que los métodos que este médico cojitranco e impertinente utiliza con sus pacientes causen alarma, pero la muerte es infinitamente más borde. “¿Preferiría un médico que le coja la mano mientras se muere o uno que le ignore mientras mejora? Aunque yo creo que lo peor sería uno que te ignore mientras te mueres”.

¿Y qué me decís de la filosofía vital de este individuo? Todo el mundo miente. Ocurre en nuestra casa, en nuestro trabajo... Y, por supuesto, en la consulta del médico. Sin embargo, el doctor H, sentado junto al retrete, a punto de arrojarse él mismo por el desagüe, ya no puede engañarse a sí mismo. Es un tipo despreciable que transmite el infierno de su pierna (su maldición) a la humanidad. De repente, cuando parece que va a sucumbir a la vicodina, llega la doctora Cuddy. ¿A detenerlo? No. Tú mismo. Recuerdo una frase que House le soltó en su despacho: “Bonito traje. Dice: soy profesional sin dejar de ser mujer. Lo segundo lo dice a gritos”. Esta vez la directora del hospital no viene escotada y apretada, sino vestida con un mono de batalla. Le ofrece una información vital: “He dejado a Lucas”. En ese momento sabemos que los regates entre ambos se han acabado, que la serie se ha redimido del todo... y el personaje torturado está a punto de hacerlo. El beso final no miente. “Soy la persona más destructiva del mundo”, dice House, en un último intento por volver a la cruda realidad. “Lo sé”, le contesta Cuddy. “Te amo”.

(Versión extendida en abc.es)

15 junio 2010

LA FIFA NO PERDONA

La FIFA expulsó a 36 holandesas del estadio Soccer City, donde se jugaba el Holanda-Dinamarca, por llevar unos vestidos naranjas que regala Bavaria, marca de cerveza que no es patrocinadora oficial del Mundial. Las chicas fueran conducidas a las oficinas de la FIFA, donde fueron interrogadas durante varias horas y acusadas de publicidad encubierta.
El gigantesco negocio del fútbol. La voracidad de Joseph Blatter y sus muchachos no conoce límites.

14 junio 2010

APOCALÍPTICOS E INTEGRADOS


Escena doméstica de hace un par de meses. Un tipo negocia con su contraria las fechas de las vacaciones de verano. “Cuando quieras y donde quieras... pero nunca antes del 11 de julio”, dice él. Ella le mira extrañada mientras reflexiona sobre la propuesta sin dar con la clave. El marido se sorprende de su ignorancia y le suelta una verdad de Perogrullo: “Es que está el Mundial”. Nuestro hombre pertenece a la tribu de los integrados que ha aflojado los 60 euros que cuesta la camiseta oficial y el euro de la bandera que ofrece un periódico, pertrechos necesarios para afrontar su décima cita mundialista desde que tiene uso de razón. También ha completado la colección de cromos que quiere guardar como una reliquia para enseñársela a sus nietos. Superviviente del “síndrome Naranjito”, del no-gol de Cardeñosa, del penalti fallado por Eloy, del codazo de Tassoti y del atraco de Al Ghandour, llega a Suráfrica sacando pecho, campeón de Europa y henchido del momento histórico que promete la conjunción de talentos de nuestro equipo. Cualquier cosa es negociable. El Mundial, no.

En el reverso oscuro están los apocalípticos: los que creían hace un año que Rafa Nadal nunca volvería a ser número uno, que Fernando Alonso fracasará con Ferrari, que todos los ciclistas se dopan, que el final de “Perdidos” fue un bodrio y que, por supuesto, la Roja se meterá el batacazo acostumbrado. A estos cenizos hay que sumar una hueste de cabreados por todo: por las primas de los jugadores, por el despilfarro en infraestructuras en un país con necesidades más apremiantes, por el tiempo que pierden los compañeros de trabajo viendo el fútbol en el ordenador. En realidad, los primeros sólo reclamamos esa pequeña porción de felicidad, ese regreso a la patria de nuestra infancia una vez cada cuatro años. Incluso podríamos perdonar que los segundos se nos suban al carro cuando llegue el éxito, que esta vez llegará. Un mes con el cartel de “no molestar” colgado en la puerta tampoco es para tanto. Además, la alternativa a la España de Del Bosque y sus muchachos es la España de Zapatero y sus “merry men”, con más ganas de meter la mano en nuestra bolsa que el proscrito de Sherwood.

08 junio 2010

LOLITA DISNEY


"Si vas a ser mi hombre entiende que no me puedes domesticar". Por suerte, las fans de Miley Cyrus que viven en mi casa no tienen el nivel suficiente de inglés para entender la letra de "Can't be tamed", primer sencillo del nuevo álbum de esta Lolita Disney que quiere romper con Hanna Montana (evolución lógica de un producto prefabricado y millonario). Pero es cuestión de tiempo. Me puedo dar por jodido. A Bruce no me lo compran. La más pequeña de esas fans me dice que no le mola "el Springfield". Sabe de sobra que es Springsteen, lo hace por fastidiar.

06 junio 2010

EL RETORNO DEL REY


Los franceses organizan las mejores competiciones (Roland Garros, el Tour de Francia...) y los españoles las ganan. Hace un año fueron crueles con alguien que prestigia su Grand Slam. Pura envidia. Hoy, a regañadientes, se han rendido al rey de París. Rafa ha alcanzado a McEnroe y Wilander. Becker y Edberg quedan atrás. En el horizonte más cercano, Agassi, Connors y Lendl. Sólo un poco más allá, el gran Borg. Y después...

MOURINHO, EL MESÍAS DEL SER SUPERIOR

Florentino Pérez tiró de chequera para traer al Real Madrid a los mejores jugadores del mundo como «antídoto» al triunfante Barcelona. La fórmula no funcionó. Ahora ha fichado al entrenador que ha castigado al eterno rival. El órdago promete, al menos, suculentos titulares.

La semana en que Rafa Nadal apuró en Roland Garros sus opciones de recuperar el número uno mundial, que Pau Gasol atrapó su tercera final de NBA consecutiva y anunció su no participación en el Mundial de Baloncesto de Turquía, que Alejandro Valverde fue suspendido dos años por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) por su presunta implicación en la Operación Puerto, que Edurne Pasabán regresó del Himalaya después de completar su colección de ochomiles... y que la selección española de fútbol afinó su preparación para la cita de Suráfrica, el hombre de las portadas fue, en cambio, José Mario dos Santos Félix Mourinho, el flamante nuevo entrenador del Real Madrid, el técnico campeón de Europa, el castigador del F. C. Barcelona, el tipo que provoca que suba el precio del pan cuando abre la boca, el «special one», el mesías que el ser superior (Florentino Pérez) ha fichado para acabar con la supremacía del eterno rival...

(Artículo completo en abc.es)