30 octubre 2008
70 AÑOS DE LA INVASIÓN DE MARTE
La abuela de Joe Sixpack, a quien llamaremos Mary, siente un escalofrío al tiempo que la emisora ofrece un parte meteorológico que habla de «una ligera perturbación atmosférica de origen desconocido sobre Nueva Escocia». Después, el locutor anuncia: «Nos trasladamos al Salón Meridian del Hotel Park Plaza, en el centro de Nueva York, para que puedan disfrutar de la música de Ramón Raquello y su orquesta» (en realidad, el citado hotel no existe). «Con un toque español, Ramón Raquello interpreta «La Cumparsita»». El tema dura apenas 17 segundos. «Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de música de baile para ofrecerles un boletín especial de la Intercontinental Radio News. A las ocho menos veinte, hora oficial, el profesor Farrell, del Observatorio de Mount Jennings de Chicago, Illinois, informa que se han observado varias explosiones de gas incandescente que se producen a intervalos regulares en el planeta Marte. El espectroscopio revela que el gas es hidrógeno y se dirige hacia la Tierra con enorme rapidez. El profesor Pierson del Observatorio de Princeton confirma las observaciones de Farrell, y describe el fenómeno como si fueran «llamaradas azules disparadas por un arma de fuego». Ahora volvemos a la música de Ramón Raquello...».
Mary deja de añadir harina a la masa, se limpia las manos en el delantal y sube el volumen de la radio. Un boletín posterior informa de que un objeto llameante ha caído en la granja Wilmuth de Grovers Mill, Nueva Jersey, donde se han desplazado el profesor Pierson (a quien presta su voz el propio Orson Welles) y el reportero Carl Phillips. El objeto se encuentra semienterrado en un socavón. «Parece un enorme cilindro», dice el periodista. «Tiene un diámetro de... ¿cuánto diría, profesor Pierson?». «Unos treinta metros». Llegan policías, el señor Wilmuth (propietario de la finca) y varios curiosos. «¡Un momento! -exclama Phillips-. ¡Algo sucede! ¡Señoras y señores, esto es increíble! ¡La parte superior del cilindro empieza a dar vueltas como un tornillo! ¡Esa cosa debe de estar hueca! (...) ¡Alguien se desliza hacia afuera!». Gritos de horror procedentes de la multitud. Pitos y sirenas de Policía. «¡Dios santo! Algo repta fuera de las sombras como una serpiente gris. No, realmente son tentáculos, ahora lo veo mejor. Es una criatura grande, mayor que un oso y brilla como el cuero húmedo. Pero esa cara... ¡Es algo indescriptible! Apenas puedo aguantar sin salir corriendo. Los ojos son negros, la boca tiene forma de V y le cuelga una saliva repugnante...».
El pánico se apodera de Mary y de decenas de miles de radioyentes que no han escuchado la introducción de Welles y creen que Marte está invadiendo la Tierra. O quizás sean los nazis. Las crónicas recogen auténticas historias de terror. En Newark, Nueva Jersey, decenas de familias abandonan sus hogares cubriéndose la cabeza con toallas. En Nueva York las estaciones de ferrocarril y terminales de autobuses sufren colapsos («¡Dense prisa!», exclama una mujer que ha solicitado el horario de los trenes. «¡Está llegando el fin del mundo!»). En Pittsburg un hombre encuentra a su esposa en el cuarto de baño con una botella de veneno en la mano y gritando: «¡Prefiero morir así!». En Alabama y Nueva Inglaterra las calles están atiborradas de coches de gente que pretende huir. En Harlem, Mary se refugia en una iglesia para rezar... Nadie parece haber escuchado el final de la emisión, cuando Welles vuelve a aclararlo todo. Peces gordos llaman a la CBS para pedir la cabeza del astro. La Prensa y la Policía asaltan el estudio, donde el equipo queda recluido toda la noche... Al día siguiente, el New York Times titula en portada: «Oyentes de radio en pánico toman como un hecho real un drama bélico. Muchos abandonan sus hogares para escapar de un ataque de gas procedente de Marte. Las llamadas telefónicas provocan que la Policía irrumpa en la emisora que retransmitía la fantasía de Wells».
El episodio pudo significar el fin de la carrera de Orson Welles, pero después de broncas, querellas y disculpas fue el comienzo de su mito.
El 7 de diciembre de 1941 Welles lee poemas de Walt Whitman en la radio cuando le dicen que Pearl Harbor está siendo atacado. La cadena no consiente que él informe sobre el asunto. «La gente creerá que estás repitiendo el truco de los marcianos». Días después, el presidente Roosevelt le envía un telegrama recordándole con amarga ironía el cuento de Pedro y el lobo.
Publicado en el D7 de ABC el 26 de octubre de 2008.
Guión completo del mítico programa de radio (en español), aquí.
Descarga de la emisión original.
29 octubre 2008
28 octubre 2008
LOS TUNEADORES
27 octubre 2008
EN PELOTAZ
24 octubre 2008
ZAPATERO, FUNDA TU PROPIO G-100
¡Joder, no mendigues más, funda tu propio G-100 y dale en las narices al G-8, al G-20 y demás grupetes de resentidos y envidiosos!
23 octubre 2008
¿QUIÉN SE ESTÁ TIRANDO A PAYLIN?
21 octubre 2008
LA SOCIALDEMOCRACIA, AL RESCATE
Así que la socialdemocracia era esto.
Lo que dan de sí dos tardes de cursillo económico.
20 octubre 2008
POR QUÉ SOY DEL ATLETI
No una pregunta, como en el famoso spot, sino una afirmación. Yo no me quedaría mudo como el padre del anuncio. La ocurrencia estuvo bien, pero los interrogantes ofenden, alimentan la leyenda de equipo perdedor, el "repupas" como me decía hoy un amigo dándole una vuelta de tuerca al dañino sambenito que nos colgó Vicente Calderón. No deja de sorprenderme cómo los atléticos hemos interiorizado esa especie de maldición bíblica, nosotros, la mejor afición del mundo, seguidores de un equipo con 9 Ligas, 9 Copas, una Recopa de Europa y una Copa Intercontinental. Ya sé que estamos lejos de nuestros orgullosos vecinos, pero la inmensa mayoría de equipos españoles están aún más lejos de nosotros. Jamás he tenido la impresión de que en mi infancia decidí subirme al furgón de cola. Soy del Atleti porque es de mi pueblo, Madrid; porque cuando tenía siete u ocho años era un equipo campeón (Ligas 1969/70 y 1972/73, además de la Intercontinental en 1974); porque en él han militado futbolistas como Gárate (mi gran ídolo), Luis Aragonés, Ayala, Pereira, Leivinha, Futre, Kiko, Caminero, Pantic, Fernando Torres (mi segundo gran ídolo), Agüero...; porque me gusta más su equipación que la del Real Madrid y por un cierto morbo de andar siempre en el filo (pero, ojo, subirte en una montaña rusa significa emoción, no estrellarte siempre).
Hoy ha sido un lunes duro. El Madrid nos ganó el sábado en el Calderón (no les derrotamos desde 1999) con esa suficiencia insultante de quien se toma los derbis como un trabajo funcionarial (bajamos del autobús, hacemos caja y nos vamos). Pero, además, venimos de perder 6-1 con el Barça y en el horizonte se vislumbran, amenazadores, el Liverpool y el Villarreal. El Villarreal: clase media que nos ha pasado por encima en los últimos años, como el Sevilla y el Valencia. No reconozco al Atleti de mi niñez. No creo que el orgullo sea patrimonio del Real Madrid. Menuda chorrada. Y mucho menos el fútbol (esos tipos no practican la excelencia desde la "quinta del Buitre", y ya ha llovido, lo cual no es óbice para que sigan sumando). Es como si el maldito complejo se hubiera cronificado, como si la leyenda negra fuera una verdad absoluta. A eso han contribuido unos dirigentes nada profesionales, por decirlo suavemente, y unos futbolistas poco comprometidos. ¿Dónde está el espíritu de aquel equipo que consiguió el doblete hace doce años o que ganó la Copa del Rey al RM en 1992, en el Bernabéu, con goles de Schuster y Futre? Si el Atleti no entierra para siempre al Pupas terminará por desnaturalizarse, por convertirse en una caricatura. Y aunque yo siga viajando en ese vagón me arrancará los motivos.
17 octubre 2008
PEOR QUE UN DIVORCIO
15 octubre 2008
PLATINI SE CARTEA CON ZAPATERO
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CACICADA
13 octubre 2008
EL HIJO DE ANTHONY
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MUJERES DE HOLLYWOOD
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"PODEMOS GANAR"
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LOS AHORROS EN IRLANDA
03 octubre 2008
CONTADOR, ALÉJATE DE ARMSTRONG
En fin, no sé si Contador podrá escapar de la trampa que le preparan, pero espero que pueda alejarse de Armstrong (de su equipo, que sería lo mejor... o, en cualquier caso, de su sombra cuando lleguen los puertos, para que el mes de julio vea por fin cómo su hijo predilecto muerde el polvo).