30 noviembre 2010

UN ROBESPIERRE POSTMODERNO

«La revolución se hace retirando el dinero de los bancos». Tras descolgarse con estas declaraciones, al ex futbolista francés Eric Cantona le faltó levantarse las solapas de la camisa, como hacía en sus tiempos triunfales en el Manchester United, y esbozar esa media sonrisa de seductor canalla que encandila a las mujeres. Para ellas hizo un anuncio televisivo de una maquinilla de depilación en el que aparecía en el cuarto de baño con un gorro de ducha color rosa y una toalla a la cintura. Pero ninguna madre hubiera querido una joyita así para su hija. En 1995 le propinó una coz en el pecho a un aficionado del Crystal Palace que le había insultado previamente. La agresión le costó nueve meses de sanción; se salvó del trullo a cambio de 120 horas de servicios a la comunidad. Con estas pinceladas se resume la vida y obra de un Robespierre postmoderno que quiere destruir el sistema y que ha conseguido una fuerte adhesión en las redes sociales.

Eric siempre fue un tipo con carácter. Y un culo de mal asiento. Empezó su carrera profesional en el Auxerre, club del que habla con cariño («Francia no merece al Auxerre. Inglaterra sí, pero no Francia»). En cambio, no guarda un buen recuerdo del resto de equipos franceses en los que militó (Olympique de Marsella, Girondins de Burdeos, Montpellier, Nimes); un día sufrió un cruce de cables marca de la casa y le lanzó el balón a la cara a un árbitro. Enrabietado por la dura sanción, decidió colgar las botas. Tenía 25 años y apenas había escrito unos renglones de su brillante historial como futbolista.

Sus amigos le aconsejaron emigrar a la Premier. Fichó por el Leeds United y lo hizo campeón. Alex Ferguson le abrió las puertas del Manchester United y ganó cuatro ligas y dos copas, convirtiéndose en una leyenda para los supporters de los diablos rojos, que en 2001 lo nombraron el mejor jugador del siglo XX. A nivel de selección, en cambio, nunca rascó bola ni participó en Mundial alguno, ya que Francia no se clasificó para Italia 1990 ni para Estados Unidos 1994. En 1988 profirió graves insultos al seleccionador Henri Michel y fue apartado durante un año. Con Platini disputó su único torneo internacional, la Eurocopa de Suecia 1992, pero los bleus fueron eliminados a las primeras de cambio. Se retiró en 1997, un año antes de que Zidane y compañía ganaran el Campeonato del Mundo.

Desde entonces se ha dedicado al fútbol playa (es jugador y entrenador del equipo francés), la publicidad y el cine, donde ha hecho bolos interesantes. En «Buscando a Eric» (en la foto) se interpreta a sí mismo como buen samaritano que ayuda a un cartero de Manchester, fanático del fútbol y en plena crisis existencial. Ahora ha llevado ese sentimiento solidario a los ciudadanos franceses deprimidos por los recortes y las reformas de las pensiones ofreciéndoles la solución definitiva: «Las manifestaciones están pasadas de moda. Si todas esas personas que salen con pancartas a la calle retiraran su dinero de los bancos, se produciría un colapso». El vídeo con su propuesta tiene decenas de miles de vistas en YouTube y ha originado un movimiento en Facebook llamado «StopBanque» que plantea una retirada masiva de fondos el próximo 7 de diciembre. Cantamañanas para unos, héroe antisistema para otros, no hay noticias de que los gobiernos se hayan planteado un «corralito» para defenderse de su ofensiva.

DESPEDIDAS

Mensaje recibido hoy por email (otros parecidos llegaron hace una semana, hace un mes...):

Hola...
La crisis y las reestructuraciones me salpican hoy a mí, y después de cinco años y medio en la revista In Touch os escribo para despedirme.
Ha sido un auténtico placer trabajar con vosotros, espero que nos volvamos a encontrar muy pronto.
Si queréis responder a este mensaje o estar en contacto conmigo, hacedlo a través de mi correo privado.
¡Un abrazo!
C.

21 noviembre 2010

COSAS QUE ECHAR DE MENOS EN UN MUNDO DE ZOMBIS

Unas mujeres lavan la ropa "a la piedra" en un embalse. Frotan y frotan en una imagen más propia de cuando el siglo XX era joven.
"Echo de menos mi lavadora", suspira una de ellas.
"Yo, el teléfono móvil y el ordenador", señala otra.
"Pues yo... mi vibrador", confiesa una tercera.
Son supervivientes en un mundo donde los zombis campean en busca de carne fresca. Los buenos los llaman "caminantes" y sienten entre pena y repulsión cuando les descerrajan un tiro en la cabeza. Los malos -los racistas posapocalípticos- los denominan "bichos" y experimentan un gran placer cuando los pasaportan definitivamente. The Walking Dead, serie basada en los cómics de Robert Kirkman y Tony Moore, transita en una delgada línea entre el drama y la frikada, pero la prefiero a las historias de vampirillos hormonados. Lo que todavía no tengo claro es si los terroríficos zombis son los peores enemigos de los protagonistas... o el verdadero mal camina entre los vivos.

15 noviembre 2010

EL REDACTOR JEFE

El escritor y periodista polaco Ryszard Kapuscinski solía decir que solo las buenas personas pueden ser buenos periodistas. Mi redactor jefe de los tiempos heroicos aseguraba: "A mí dame un buen profesional; me importa un bledo si es buena persona o no". He visto al tipo coger de la pechera a otro compañero por la disputa de una página, y hasta arrojar una grapadora (digamos que al aire) por diferencias en el tratamiento de una información. Cerrábamos la primera edición a las nueve de la noche, y cuando me disponía a recoger me anunciaba que cambiaba la sección de arriba abajo. Nos alcanzaba la medianoche y todavía le quedaban ganas de sermonearme sobre cualquier aspecto de la vida, pero, en especial, sobre periodismo. Era como el sargento chusquero que te amarga la vida... pero que te deja un poso de algo tangible. Gilipolleces, las justas. El tipo sería a veces un capullo, pero nunca un mediocre, y eso se lo agradezco.

Ahora, de vez en cuando, viene al periódico de visita. El reportero que se coló en el primer trasplante de corazón a un ser humano (practicado por el doctor Barnard en 1967) tiene ya 80 tacos y el paisaje se parece poco al que conoció, y no porque los ordenadores hayan sustituido a las máquinas de escribir y estemos en pleno "boom" de las redes sociales, sino por la cortedad de miras y el poco respeto a la profesión, puro signo de estos tiempos. Hace unos días me interceptó en la redacción y me dijo, orgulloso, que había ascendido de categoría: le han hecho abuelo. Me mostró la foto del nieto recién nacido en su teléfono móvil y me dijo que el acontecimiento le había hecho reflexionar aún más sobre la muerte. El redactor jefe que me fustigó y me enseñó lo básico para sobrevivir se mostraba más humano que nunca. Hace tiempo que guardé mi lista de agravios en un baúl y tiré la llave, como habría querido Margarita, paciente y excepcional compañera de fatigas. Antes de que se vaya de este mundo "empujado" por su nieto o me vaya yo, que no está escrito quién se irá antes, tengo que decirle al viejo reportero que, después de todo, Kapuscinski tenía razón.

12 noviembre 2010

JANE DE LOS MONOS

Se cumple medio siglo de la llegada de la primatóloga inglesa Jane Goodall a Gombe, Tanzania, para estudiar a los chimpancés, nuestros parientes más cercanos.

Louis Leakey, el prestigioso paleontólogo, siempre confió en las mujeres. Intuyó que serían mejores observadoras, más pacientes y persistentes que los hombres, y con una gran capacidad para mediar en los conflictos familiares (virtud muy útil cuando se trabaja con animales de fuertes costumbres sociales). Mentor de Dian Fossey y Biruté Galdikas, naturalistas especializadas en el estudio de los gorilas de montaña y los orangutanes, respectivamente, invitó a la primatóloga inglesa Jane Goodall a cubrir otro frente esencial relacionado con los grandes simios. Hace cincuenta años, esta londinense de familia humilde y fuerte determinación llegó al Parque Nacional de Gombe, Tanzania, para liderar un proyecto de estudio de chimpancés salvajes. África le cambiaría la vida para siempre y ella le devolvería la gentileza.

Su madre, Vanne, fue un apoyo fundamental en los difíciles comienzos, la única que no se burló cuando la chica anunció su aventura africana. «Cuando tenía cuatro años ayudaba en una granja familiar a recoger los huevos que ponían las gallinas», recuerda Jane. «No entendía de dónde salían esos huevos, y las respuestas de los adultos no me parecían convincentes, así que me escondí durante cuatro horas en una caja, en el gallinero, para observar. Cuando volví a casa mis padres estaban al borde del infarto, incluso habían llamado a la policía. Pero mi madre vio el brillo en mis ojos y escuchó emocionada lo que había descubierto».

El estudio más concienzudo sobre primates realizado hasta entonces, a cargo de George Schaller, necesitaba una puesta al día. Goodall viajó Tanzania con poco dinero y menos experiencia, pensando que en un año habría concluido su misión. Y pasaron cinco décadas. A los pocos meses vio a un chimpancé introduciendo un palo —que previamente había cortado y deshojado— en un termitero para sacar insectos y comérselos. Así descubrió que el Homo sapiens no era la única especie que fabricaba y usaba herramientas. Sus observaciones sobre la conducta de estos animales, sus hábitos de caza, estructura social, emociones y personalidad individual revolucionaron la biología y nuestra percepción sobre ellos y sobre nosotros mismos. La primatóloga habla de los sentimientos «humanos» de los chimpancés, como la felicidad, la tristeza, el miedo y la desesperación; de sus habilidades (se reconocen frente al espejo, pueden aprender el lenguaje de los sordomudos, pintar...); de su capacidad para morir de pena.

Pero Gombe se convirtió no solo en un campo de pruebas para el conocimiento de los parientes más cercanos del hombre, sino en un refugio espiritual. «Salgo sola a la selva y una paz interior se apodera de mí —confiesa—. Me preocupa que las nuevas generaciones piensen que pueden prescindir de la naturaleza, la necesitamos para mantener la mente sana. No solo la estamos cubriendo con cemento, sino que los niños la sustituyen por la realidad virtual».

Premio Príncipe de Asturias de Investigación 2003, hoy invierte menos tiempo en África y más en promover por todo el mundo el programa de educación ambiental Roots & Shoots (raíces y retoños), con más de 15.000 grupos en 120 países. «Las raíces logran una base sólida; los retoños, aunque parecen pequeños, son capaces de romper un muro para llegar a la luz del sol», comenta. Al mismo tiempo, el Instituto Jane Goodall continúa con la cruzada en Gombe, cuidando a los animales que han quedado huérfanos por culpa de los furtivos y realizando un seguimiento de los que están en cautividad. Hace un siglo había dos millones de chimpancés en libertad; hoy, poco más de 200.000 repartidos en una veintena de países africanos, y unos 5.000 «prisioneros» en zoos, laboratorios y circos ambulantes. Los salvajes viven en pequeños retales de bosque, aislados, con peligro de pérdida de diversidad genética. «Para mí, es un auténtico genocidio», dice Goodall.

10 noviembre 2010

SUEÑOS ROTOS EN LA CARRETERA

Francisco José Páez le habla a su curva maldita cada vez que pasa por allí. «No te quedaste conmigo». Pero estuvo a punto de hacerlo. Le encantaba esa curva y disfrutaba tomándola a gran velocidad a lomos de su motocicleta. Hasta la caída en octubre de 2007. «El que mucho corre pronto para... y yo... paré en seco». Tres meses en coma y duras secuelas físicas y psíquicas que ha ido superando poco a poco y con gran esfuerzo. Una batalla en la que todavía no ha dicho su última palabra, porque su plan es curarse y no tener que depender de nadie. Los accidentes de tráfico, la pandemia juvenil por antonomasia, acaban con muchas vidas y parten por la mitad otras tantas: cada año se registran en España medio millar de casos de lesionados medulares por este motivo; más de un centenar son jóvenes de entre 18 y 25 años.

Foto: Óscar del Pozo.