26 febrero 2013

JUAN ESPEJO



Juan era un fino estilista con el lápiz, la escuadra y el cartabón, pero yo le recuerdo más en su faceta de editor de textos que de confeccionador de páginas, que era a lo que se dedicaba fundamentalmente en la inolvidable revista Blanco y Negro. Para mí Juan tenía la categoría de oráculo; implacable en la edición, no me quedaba tranquilo hasta que "peinaba" mis reportajes, explicándome el porqué de las cosas con una erudición despojada de todo engreimiento. Su muerte acrecienta la sensación de orfandad de quienes disfrutamos de aquellos felices años 90 del periodismo (visto lo que ha venido después), cuando los contenidos, las buenas historias, estaban por encima de cualquier moda o estadística, y el cuidado del producto era casi una religión en la redacción de suplementos de ABC dirigida por Tomás Cuesta. Recupero este vídeo cargado de palabras como pequeño homenaje al mejor editor que he tenido nunca; y como gran homenaje, esta necrológica escrita por Nacho García Garzón:

En la intrahistoria de todas las empresas, dejan su huella hombres que cohesionan y consolidan con su trabajo, su sabiduría y su ejemplo la urdimbre primordial que hace que todo funcione a la perfección, añadiendo además un plus de amor por las cosas bien hechas que contribuye a que el producto tenga un acabado perfecto y llegue a los clientes en las mejores condiciones posibles. Las empresas periodísticas, como la antigua Prensa Española y la actual Vocento, no son una excepción, y personas excepcionales como Juan Espejo, que acaba de fallecer en Madrid a los 78 años de edad, han contribuido durante muchos años a que llegara a manos de nuestros clientes, que son los lectores, un producto de calidad.

Juan Espejo era sevillano, un sevillano discreto y amable, sin acento apenas, que como jefe de confección contribuyó a que ABC y, sobre todo, la revista dominical Blanco y Negro tuvieran una “cara” más hermosa y su contenido fuera más claro y legible. Estudió en la antigua Escuela Oficial de Periodismo y convalidó su título posteriormente en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, donde durantes bastantes cursos fue profesor de Teoría de la Información. Había intentado ingresar en Arquitectura, pero las malditas matemáticas se le atravesaron; la casi legendaria pensión madrileña de estudiantes Elvira, donde se instaló recién venido de Sevilla, fue escenario de noches y días de hincar los codos. Inició también los estudios de ingeniería de Montes, aunque fue finalmente el periodismo su materia de trabajo. De su vocación arquitectónica conservó siempre una mano maestra para el dibujo –sus maquetas eran verdaderas obras de arte, daban ganas de enmarcarlas en vez de enviarlas al taller– y de aquellos comienzos en la carrera de Montes, le quedó un inextinguible amor por la naturaleza en general y las plantas en particular.


Juan Espejo decía de sí mismo que era “el mayor cesante de España”, pues fueron incontables las publicaciones en las que colaboró, como el pionero diario económico 3E, publicado a mediados de los años 60 del pasado siglo, y singularmente, el diario vespertino “Informaciones”, del que llegó a ser director en funciones en 1980, cuando Emilio Romero abandonó el recordado rotativo de la calle de san Roque en una época de incertidumbre que concluyó con el cierre del periódico. Tras algún tiempo como confeccionador en ABC, en 1989 se encargó de la confección de la revista Blanco y Negro, recién lanzada como dominical del diario y que pronto se consolidó como uno de los mejores y más competitivos títulos de ese sector. Tuve el honor y el privilegio de ser jefe de redacción de esa publicación que, dirigida por Tomás Cuesta, contaba con un equipo formidable, muchos de cuyos componentes, aún en la plantilla de ABC, son hoy algunos de los mejores activos profesionales de la casa; cito por riguroso orden alfabético: Juan Francisco Alonso, Miguel Ángel Barroso, Isaac Blasco, Cristina de la Serna, Isabel Gutiérrez, Emma Peña, Laura Revuelta, Alexis Rodríguez...


Juan Espejo, junto a Lucio del Álamo y José Juan Herrero, dejó siempre constancia de su elegancia y buen gusto en las páginas de Blanco y Negro, e iba incluso más allá, pues también contribuía con su buen criterio y su conocimiento de la lengua española a la edición de los textos. Su afición por la escritura le llevó a publicar en 2002 la deliciosa novela juvenil “Un español en el Oeste americano”; en 2004 intervino en el volumen colectivo “El español en la prensa escrita”, coordinado por Pilar Fernández Martínez. Su naturaleza amable y expansiva le hizo formar parte de numerosas iniciativas sociales, como la Orden de la Amistad, de la que fue maestre procurador, y el consejo del Club de Prensa del Garbanzo de Plata. El cáncer nos lo arrebató hace unos días; deja esposa, cuatro hijas y una nieta, a la que dedicó sus últimos años. Descanse en paz.

Juan José Espejo Salmerón nació en Sevilla el 17 de octubre de 1934 y falleció en Madrid el 21 de febrero de 2013. Fue profesor de Tecnología de la Información en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense y, a lo largo de una vida laboral larga e intensa, trabajó en numerosas publicaciones. Dejó su elegante sello como confeccionador en Blanco y Negro, en su tiempo revista dominical de ABC.