
Parece fácil, pero me ha costado muchos días de negociaciones con oficinas de turismo -para conseguir invitaciones a unos viajes que el periódico nunca pagaría-, de acopio de información, de quebraderos de cabeza, de discusiones, de no ver a mis niñas... No me quejo. Me parece más estimulante escribir este tipo de historias que contar muertos de tráfico o hacerse pajas mentales sobre la situación política, aunque se cotice menos.
Quien tenga interés puede leerlo aquí.
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