Siempre fui más del Guerrero del Antifaz que del Capitán Trueno, pero también fui de éste, y del Jabato, y de Roberto Alcázar y Pedrín, y de los súper héroes de la Marvel (por eso me trago ahora todas las pelis que hacen sobre ellos, aunque sean malas). De niño era muy aficionado a los tebeos. Tenía una colección que hoy valdría su peso en oro, pero en una mudanza se perdió, o al menos ésa es la versión oficial que me contaron mis padres. De adulto he podido recuperar parte de esos cómics perdidos, sobre todo los del Guerrero, y les echo un ojo de vez en cuando en espera de que llegue el día en que pueda echarles los dos. Creo que nuestra verdadera patria es la niñez, y siempre somos mejores personas cuando recordamos de dónde venimos.
A Trueno le perdí la pista a principios de la década de 1980, en la época en que me enfrasqué con las historias de la Tierra Media y me olvidé de las andanzas del capitán y de sus socios, Crispín y Goliath, y de su amada Sigrid. Me acabo de enterar por la prensa de que acaba de cumplir 50 años y ha pasado de los viejos cuadernillos apaisados -alguna vez tuve alguno entre mis manos, aunque lo que yo compraba en el quiosco eran álbumes con el encabezamiento “Trueno Color”- a tener su propia página web. Pero hay dos bombazos informativos que desconocía: ¡Trueno se cepilló a Sigrid en 1982! ¡La reina de Thule sale en bolas en una viñeta de 1987! Está claro que tengo que volver a mis clásicos.
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3 comentarios:
En mi caso eran sobre todo los héroes de Marvel los que provocaban los deleites de mi puerilidad. Recuerdo con ternura como mis amigos de infancia y yo hicimos una especie de revista con el objetivo de sacar fondos para comprarnos lo que en aquella época era nuestra principal afición: la lectura de los tebeos de Marvel. En la revista, a su vez, comentábamos las últimas batallas de nuestros héroes aunque introducíamos algún artículo sobre las últimas lecciones recibidas en el colegio sobre nuestros más célebres, pintores o escritores. En aquella época ya teníamos una idea clara de lo que era la orientación al cliente puesto que estos artículos estaban destinados a los que eran nuestros únicos lectores/clientes: nuestros padres que, por supuesto, no tenían ningún interés en saber las andanzas de Spiderman, los 4 Fantásticos o la Masa. Lo curioso es que cada uno de nosotros (éramos tres) inexplicablemente tenía un héroe favorito: uno de nosotros, tenía verdadera devoción por Thor, el Dios del Trueno. Thor era una divinidad nórdica que en su representación marveliana se configuraba como un hombre alto, apolíneo, musculado, de larga cabellera rubia, ... Ninguno comprendíamos en aquellos días esa devoción a Thor. Con el tiempo, unos 15 años más tarde, descubrimos que la devoción era humana y no divina pues nos confensó que se iba a vivir con un sueco que había conocido en Ibiza... El segundo del grupo admiraba con fervor a Dan Defensor, un hombre ciego capaz de vencer a los enemigos más fieros con su traje de superhéroe. En este caso, los tres sabíamos en silencio el por qué de tal admiración. Nuestro amigo tenía un deficiencia física que le causaba ciertos problemas de relación, pero cuando escribía en aquella revista improvisada, tenía la pluma más afilada de todos nosotros (era nuestro Mike Muddy particular). Y, por último, estaba yo que se declaraba admirador del Capitán América. Nunca he sabido los motivos reales: el Capitán América nace como un superhéroe combatiente de los nazis en la Segunda Guerra Mundial (¿soy yo un antinazismo?), el Capitán América se erige en un defensor a ultranza del “sueño americano” (¿soy yo un proamericano?), el Capitán América descubre en una de sus titánicas luchas como el jefe de la banda enemiga es el propio presidente de los Estados Unidos (¿ha habido algún presidente de los Estados Unidos que me haya decepcionado hasta tal punto? En aquella época se sucedieron Nixon, Ford y Carter; George Bush, hijo, es demasiado reciente), el Capitán América tenía también un envidiable cuerpo atlético (¿este hecho me producía, como Thor a mi amigo, algún tipo de sentimiento particular?) ...
Lo que menos entiendo todavía es que los nuevos superhéroes, los superhéroes de mis hijos, son unos engendros que aparecen en películas y cromos “Pokémon”: sus características físicas nada tienen que ver con la estructura atlética de mis superhéroes de comic, sino que son mutaciones de pájaro con vaca, canguro con elefante, rata con mosca y sus poderes, que en nuestro caso, se concentraban en un martillo, un bastón o un escudo, ahora son la confusión, el enredo o el murmullo. Qué horror, Cómo cambia el mundo!
Riddleman
No sé si los chavales de hoy hablarán mañana de los Pokémon, el iPod, la PSP y demás iconos de su infancia con el mismo cariño que nosotros de los Chiripitifláuticos, los héroes de la Marvel, la ELO y el Spectrum. Me parece que ellos no tendrán un perfil tan identificable como el nuestro. Riddleman, la revista que hiciste con tus amigos me recuerda a una especie de "comunidad Marvel" que formamos unos cuantos compañeros de clase, en 5º de EGB: como nuestra paga mensual daba para pocos cómics, decidimos que cada amiguete debía comprar los de un héroe concreto para formar, entre todos, una especie de "biblioteca" común. Y ahí no se acaban las coincidencias: a mí me tocó, por sorteo... ¡el Capitán América! También nos dio por dibujar tebeos, y todavía conservo algunos de los que yo produje: sin duda, mi "tesoro" más antiguo.
El pasado fin de semana en el dominical de tu competencia, que no nombraré para evitar ofender a tus oídos, se publicaba un artículo de Javier Marías haciendo apología del Capitán Trueno. Seguramente hubiese sido uno más entre los escritos que aparecen los domingos en los distintos suplementos de la prensa pero la foto del Capitán Trueno me llamó la atención precisamente por haber sido en estos días uno de los protagonistas de una de las historias de tu blog. De la historia de Javier Marías te extracto tres ideas que considero interesantes y dignas de ser reproducidas:
1.- El Capitán Trueno fue modelo de infancia de Fernando Savater. Como él, se había involucrado en la lucha contra la injusticia de su pueblo, la denuncia de ETA y el nacionalismo hipócrita, aún a riesgo de su propia vida.
2.- El Capitán Trueno fue modelo lingüístico de una generación. En efecto, el lenguaje malhablado actual era inexistente e incluso los insultos contenían cierta dosis de ingenio (bellaco, miserable, fantoche)
3.- El Capitán Trueno fue modelo de ética práctica. En este caso, reproduzco literalmente las palabras de Javier Marías porque no tienen desperdicio: “no se deben dejar pasar las mentiras ni las injusticias ni los abusos ni las opresiones; la amistad debe tenerse en mucho y jamás puede traicionarse; no hay que ensañarse, ni con los malvados, con los cuales cabe ser clemente si se logra derrotarlos; al enemigo hay que ofrecerle salida cuando depone las armas y ya no encierra peligro; y no hay que desesperar, porque siempre habrá una nueva viñeta, salvadora, después de la palabra mágica, continuará, promesa de la felicidad venidera”. Lo peor es que el Capitán Trueno es un personaje de ficción ...
Riddleman
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