06 marzo 2006

LOS TONTOS DE LA CORRECCIÓN POLÍTICA

Tengo un amigo a quien sus hijas llaman Javi en vez de papá. Otro colega se cabrea cuando sus vástagos se refieren a él como “papito”, apelativo importado de las películas Disney dobladas al otro lado del charco. Una vez me contaron que a un tipo que no cerraba la puerta de su habitación las noches de verbena su hijo le llamaba “Pepe dame más”, aunque yo creo que eso es una leyenda urbana. Tranquilos, tíos, los que manejan el BOE han encontrado una solución para los “papis”, “mamis”, “papuchis”, “papotos”, “papás zerolos”, etcétera. La última reforma del Registro Civil nos ha redefinido como “progenitor A” y “progenitor B”. Mola, ¿eh? Lo que no me ha quedado claro es quién es quién: con la ley de Igualdad sobre las cabezas de los varones machistas sería mucho atrevimiento pensar que los A somos nosotros y las B son ellas... ¿Será A el que mande más? En mi casa, según mis hijas, la jefa es mamá, así que... De todos modos, si algún día fui A pasé a ser B cuando nacieron ellas. Las parejas que duden tendrán que jugárselo a los chinos mientras el Gobierno saca un reglamento ad hoc para resolver el asunto. Dice el Ministerio de Justicia que la reforma busca la “adaptación terminológica” del registro a la existencia de matrimonios gays, de modo que el “matrimonio de los padres” pasa a denominarse “matrimonio de los progenitores”. Supongo que el Ejecutivo nos dará un periodo de adaptación para explicar a los críos estas cosas. Y ya que piensa en todo, podría publicar un manual que conteste a preguntas frecuentes (y no tan frecuentes) como éstas:
1. Si Jesús es hijo de Dios... ¿San José quién es, el amante de María?
2. Sí, ya sé que he salido de la tripa de la progenitora B... pero, ¿cómo he entrado?
3. Los que se mueren... ¿cómo van al cielo, vestidos o desnudos?

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