17 marzo 2006
NOVIAS CHINAS
Los viernes me toca editar páginas del fin de semana. Acabamos de rediseñar “Los Domingos de ABC” (ahora el suplemento se llama D7 y tiene un aspecto más atractivo, con colorín, lo que no significa que sea mejor) y, en tres semanas, ya hemos traicionado el espíritu que inflamó las reuniones previas, eso de que teníamos que hacer temas “diferentes”, “con otro enfoque”, “muy elaborados” y bla, bla, bla. Me declaro inocente, y al menos el que se sienta enfrente de mí también lo es. De los jefes no respondo. Para debutar dimos una entrevista con Cayetano Rivera Ordóñez. El autor dijo que el tema tenía venta segura en una revista del corazón por 100 millones de pelas. Lo dudo. El pre-torero hablaba de toros, no de los cotilleos propios de su familia, así que no tenía venta ni interés alguno. Esta tarde, en cambio, ha caído en mis manos un tema de esos que la gente se bebe un domingo. No abre el suplemento, ni podría abrirlo, pero da igual: es una perla. Firmado por nuestro corresponsal en Pekín, Pablo M. Díez, cuenta la última moda que está causando furor en China, un país que se está quitando a marchas forzadas el “traje de Mao”: fotos nupciales con los novios en pelotas. Como la pornografía está prohibida en el gigante asiático, los modelos ocultan sus partes pudendas con velos, ramos de flores o minúsculas hojas a lo Adán y Eva. Un “book” completo puede llegar a costar 3.000 eurazos, plenamente justificados si atendemos a la frase de una china que ha sucumbido a la tentación: “Es una manera de retener nuestra juventud. Cuando enseñemos estas imágenes a nuestros nietos las comprenderán mejor y les parecerán más divertidas que a nuestros padres”.
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3 comentarios:
Me gusta. Las imágenes de las adolescentes japonesas con faldas que apenas llegan el ombligo también nos enseñan que hay vida más allá de Occidente...
Mi afición por la fisionomía íntima oriental me viene de mi etapa estudiantil en París en la llamada Cité Universitaire, situada en el 14ème, que bien pudiera ser una torre de Babel por el ambiente multirracial que allí se respiraba. Recuerdo como un grupo de amigos, todos ellos por supuesto de alto nivel intelectual, estábamos haciendo nada más y nada menos que cursos de tercer grado, nos planteábamos algo así como que si los orientales tenían rasgos distintivos de su propia etnia, ojos oblícuos, nariz achatada, pómulos salientes, ..., sus órganos genitales deberían tener configuraciones particulares, es decir, nos imaginábamos escrotos paralelepipédicos, sonrisas horizontales, ... En esto apareció por allí una joven estudiante de arquitectura china, más bien británica, pues había nacido en Hong Kong, que fue el blanco de todas nuestras dudas antropológicas y el objeto de nuestros deseos más inconfesables. Era normal pues en aquella época nos venían de España noticias sobre las técnicas amatorias de las orientales fruto de la publicidad procedente de su bastión à la mode –exmujer de un portero de fútbol y cantante afamado-. Conocidas eran en aquella época los devaneos amorosos de la señora: ¿Qué les dará? -decía mi abuelo-. Sucedió en una noche de Halloween lo inevitable. Estábamos felices y “deguisés” en la casa de los Estados Unidos, que celebraba con especial ardor esa fiesta, cuando la curiosidad, el espíritu científico, la búsqueda de lo desconocido y la influencia de no sé que brebaje que se tomaba en ese día, me llevó a investigar más de lo admitido por el entorno social sobre esas dudas metódicas que nos rondaban por la cabeza en aquellos días, al ver a nuestra admirada chinita disfrazada de enfermera de blanco impoluto. El asedio fue largo y el brebaje ingerido tanto como el asedio. Al día siguiente, cuando desperté, mis intelectuales amigos me llamaban, no sé por qué, el tirachinas ... Sin embargo, y desgraciadamente para mi, nunca les he podido explicar las diferencias antropomórficas de las orientales ni las particularidades amatorias de las mismas... Otra vez será.
El del acertijo
Deberías empezar a escribir un libro de memorias, o al menos un blog propio. Te sugiero el "nick" de Riddleman (el hombre del acertijo).
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