10 marzo 2006
DOS AÑOS DEL 11-M
De alguna forma, esta espléndida fotografía de Ignacio Gil, merecedora de premio, resume la resaca del 11-M. Una resaca que no se ha pasado, porque aún no sabemos la verdad que unos políticos escondieron y otros reclamaron a voces hace dos años, y que hoy los primeros exigen y los segundos callan por conveniencia (sigue por tanto vigente una frase de Muñoz Molina en el primer aniversario de la masacre: “En el recuerdo del 11-M hay, mezclada con el dolor, una parte de vergüenza, y también la niebla de una confusión política que no se ha disipado, y que sobre todo es una injuria para las víctimas”). Una resaca que nos durará toda la vida. Desde hace dos años tengo la respuesta a una pregunta que me harán mis nietos: ¿Cuál fue tu día más duro como periodista? No fueron las diecisiete horas ininterrumpidas de trabajo; el estupor, la tensión y el caos en la redacción; la larguísima espera a las puertas de la morgue del Ifema... No. Fue el mirar a los ojos a aquellos familiares que deambulaban junto al pabellón 6 y balbucear un pésame y una pregunta, yo, un tipo miserable con una libreta en la mano, más preocupado por conseguir su perdón que su respuesta. Al cumplirse un año me encargaron un suplemento especial en el periódico. Entre otras cosas, tuve que escribir minibiografías de las 192 víctimas y buscar sus retratos; las fotos, gracias a Dios, no se publicaron. Llegué a tener pesadillas por las noches con esos rostros de muertos, con esas historias cuajadas de fatales casualidades, pero me lo tomé como una penitencia por mis pecados del Ifema, por aquella terrible intromisión. En el suplemento se publicó esta fotografía de Ignacio. Es una imagen melancólica; oscura y luminosa a la vez: habla de la soledad, de la ausencia, del recuerdo... pero también de la esperanza. Casi doscientas personas se fueron para siempre el 11 de marzo de 2004, pero otras muchas siguen cogiendo el tren hoy.
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3 comentarios:
Evidentemente. Todos siempre queremos saber más. ¿Por qué morimos? Pero hay certezas: 192 cadáveres, bastantes más muertos en vida, fanáticos intentando torcer el pulso de la historia e iluminados no menos peligrosos que no se resisten a que la verdad se aleje de sus intereses
Maldito 11-M ... En un dia como ese 192 almas dejaron el sueño de la vida para sumergirse en un sueño del que ya no despertaran jamas... Y dos años mas tarde, en un dia como ese, un componente del que se llamo el "dream team" del waterpolo español, Jesus Rollan, nos dejo tambien para siempre, seguramente por querer aferrarse a un sueño del que tenia que haber despertado ...
Te propongo, Mike, que dediques una de tus columnas a esos jovenes, orgullo patrio, como Rollan o como el "chava" Jimenez, joya perdida de nuestro ciclismo, que dedicando los mejores años de su vida al sacrificio fisico de la alta competicion, han perdido la batalla de la vida nadando fuera de las piscinas o pedaleando en bicicletas a piñon fijo...
Descansen en paz.
El del acertijo
Jesús Rollán o el Chava Jiménez son dos prototipos de "juguetes rotos". El Chava era un genio encima de la bici; pero, como dice una canción de "Los Secretos", "cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario". De "civil" frecuentó malas compañías y así acabó como acabó. Rollán, en efecto, no supo despertar de su sueño. Supongo que debe ser complicado empezar una nueva vida cuando la anterior ha sido tan intensa y satisfactoria.
Y sobre el acertijo... Creo que me equivoqué de estrategia, poniendo los focos sobre mis compañeros de trabajo, que son los que habitualmente me leen. Siguiendo las pistas que me has dejado (BB, es decir, Barroso Beltrán; los acentos que el ordenador no te deja poner -eso no ocurre en el periódico-, etcétera) he llegado a la conclusión de que eres compañero... de mi hermana.
¿Me equivoco?
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