16 junio 2006
L@S ANTIFÚTBOL
“El gol ha sido a centro de Beckham” le comento a mi vecino de pupitre, futbolero como yo. Estamos currando, pero con la oreja y el rabillo del ojo puestos en el televisor de la sección de deportes, donde echan el Inglaterra-Trinidad y Tobago. “¿Cómo? ¿Es que juega el Real Madrid en el Mundial?”, pregunta una compañera. Mi socio y yo nos miramos estupefactos. Pero ahí no acaba la cosa. Mientras le intentamos explicar que en el Mundial participan selecciones nacionales, y que Beckham está con Inglaterra, la tipa dice que creía que el metrosexual jugaba con España, lo mismo que Ronaldinho y otras estrellas de nuestra Liga. No es coña. Hace unos días, papel y boli en mano, intenté instruir a otra compañera sobre el fuera de juego. Imposible. “Esa regla es una chorrada”. Los enemigos del fútbol no paran de quejarse, y no sé de qué. Sobre todo las mujeres. Hay menos tráfico en las calles, pueden quemar la tarjeta de crédito sin que el marido proteste, se liberan del sábado sabadete... Deberían aprender de las chicas de la estupenda película “Quiero ser como Beckham”. Esa alegría, esa pasión por la vida. Puede que el fútbol no dé la felicidad, pero juega en su área.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
El fútbol acepta cualquier comparación. Hay quien se remite a Atila. Quien dice que el fútbol es como la vida: hay décadas que más vale no levantarse. Quien mide el patriotismo en el termómetro de los goles que entran en la portería contraria. Cielos: el fútbol es ciertamente algo muy grande. Por cierto, Argentina acaba de marcar el quinto: esos sí que son patriotas.
Publicar un comentario