19 junio 2006

CATALANADA, VASCADA, GALLEGADA

Para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Meses y meses dando el coñazo y, al final del camino, más de la mitad de los catalanes ha pasado olímpicamente del Estatut, lo que reduce el apoyo real a un tercio del censo. Cada cual vestirá el muñeco como le dé la gana, pero el resultado del referéndum supone un fracaso sin paliativos de la clase política catalana y del auténtico maestro de ceremonias de este disparate, José Luis Rodríguez Zapatero. Supongo que los nacionalistas no descansarán; pronto tendremos noticias de la aplicación del bodrio ése, y de un nuevo viaje hasta el infinito y más allá. En la sección de Nacional le llaman a esta matraca la “catalanada”. Ahora toca la “vascada”: la negociación con ETA, el ser o no ser de Zetapé. Entre medias, como si fuera el tráiler de una película de terror, el BNG ha pedido a la Xunta que impulse el uso del gallego en los cementerios, porque las lápidas en castellano reflejan un “conflicto lingüístico”. Los muertos podrían levantarse y ajustar cuentas con los marmolistas (cosas más raras se han visto en aquella tierra). El autor de la propuesta, el diputado autonómico Bieito Lobeira, teme que “si se produjera alguna catástrofe que implicase la erradicación parcial o total de la vida humana en la parte del planeta que nos toca ocupar, con toda probabilidad el estudio arqueológico de los restos funerarios que se realizaría en el futuro no constataría la existencia de la lengua gallega. Lápidas y cementerios, epitafios de todo tipo, certificarían que Galicia no cuenta con idioma propio y que la población se expresaba en español”. Creo que la selección natural fue demasiado generosa con el tal Bieito.
Perdón por el paréntesis. Estábamos en el Mundial.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque desde mi punto de vista, la participación en el referéndum ha sido paupérrima (aunque la estadística en participaciones en otros referenda en Cataluña no haya sido nunca mucho mejor), me parece cuanto menos curioso esa interpretación de alinear las abstenciones con el voto negativo. Por suerte, ya tenemos cierta experiencia en esto de la democracia y todo el mundo sabe, o debería saber, que la abstención implica conformidad con el voto de la mayoría...
Mientras tanto y mientras España siga ganando como ayer, no pierdo la esperanza en el referéndum convocado por Angelina Jolie para disfrutar de un plan alternativo a la final del Mundial...

Riddleman

Mike Muddy dijo...

No sé quién ha alineado las abstenciones con el voto negativo. Yo no, desde luego. Lo que he dicho textualmente es que más de la mitad de los catalanes ha pasado olímpicamente del Estatut. Eso no es discutible. Y que el apoyo real se ha reducido a uno de cada tres potenciales votantes. Tampoco me parece discutible. Son datos fríos, simplemente. Eso sí, cada uno puede interpretarlos como quiera. Yo lo interpreto como que las preocupaciones reales de los catalanes no pasan por el Estatut. Otros dirán que era esencial para su futuro. Eso sí, la teoría ésa de que la abstención implica conformidad con el voto de la mayoría es grandiosa: unamos entonces las abstenciones a los votos del partido ganador en unas elecciones generales, por ejemplo, y tendremos siempre mayorías absolutas. Así se acabarían los peajes a los nacionalistas.

Anónimo dijo...

No es ninguna teoría. Es simplemente el sistema electoral. Si en unas elecciones generales un partido obtiene el 75% de los votos, es indiscutible que el ganador de las elecciones generales por mayoría absoluta es ese partido aunque hayan votado exclusivamente el número uno de la lista, su mujer, su vecino del quinto y el de la oposición. Las abstenciones a efectos de ganar o perder referenda o elecciones generales, querido Mike, no cuentan. Pero puestos a interpretar, a mí me resulta tan válido el argumento de incluir las abstenciones dentro de los que no apoyan realmente al Estatut, como el de incluírlas en los que lo apoyan. A efectos prácticos, el Estatut se va a aprobar a pesar de las abstenciones. Y ésa es la gran diferencia, si esas abstenciones hubiesen votado que no, el Estatut no se hubiese aprobado.

Riddleman

Mike Muddy dijo...

Si la abstención significa algo, es indiferencia. Y que más de la mitad de los electores haya mostrado indiferencia por un asunto en el que, según los políticos, los catalanes se jugaban la vida, no es para que los promotores estén satisfechos. Una cosa es cierta: a efectos prácticos el Estatut ha sido aprobado. Peor para los ciudadanos de Cataluña.

Anónimo dijo...

(...) Éste es es el estatuto con más rechazo de toda la democracia"
Mariano Rajoy, un gallego capaz de leer la mente de los abstencionistas y que se ha olvidado de que el estatuto gallego se aprobó con una participación del 28%.