19 febrero 2008
UN VIAJE Y SIETE PARTES
El 13 de octubre de 1990 alquilé un coche con dos amigos para viajar de Dubrovnik a Sarajevo a tomar un café turco. Seiscientos kilómetros entre ida y vuelta por unas carreteras tortuosas -las peores de Europa, decían-. En aquellos tiempos ya andaba Milosevic incendiando el ánimo de los serbios. A Gorbachov estaban a punto de darle el Nobel de la Paz. Qué cosas: habíamos programado unas vacaciones en Egipto, pero a Sadam se le ocurrió invadir Kuwait y pusimos Dubrovnik en nuestro mapa del mundo. Aquel día paramos en Mostar, más pobre, más mora que la costa dálmata, pero muy digna de una visita, con sus callejuelas de pavés pulido por paseantes de muchos siglos, su puente sobre el río Neretva, sus mezquitas de barrio, el mercadillo de cachivaches artesanales. Todo acabó bajo los escombros. Hasta Sarajevo el Neretva forma un desfiladero abierto, los montes calizos se crecen y muestran su pelaje de hayedos que, en aquel lejano otoño, nos parecieron bellísimos. Recuerdo la ciudad surgiendo entre la niebla. Aquí y allá minaretes fantasmales compartían un trozo de cielo con las bulbosas torres ortodoxas. Paseamos entre la hojarasca, nos tomamos un café negro en el zoco, filosofamos un poco y regresamos por ese eslálom del infierno. Ni una luz, ni una gasolinera abierta, ni un bicho cruzándose por la carretera; sólo curvas... y la oscuridad. El 13 de octubre de 1990 estábamos en Yugoslavia. En su lugar, hoy, hay siete países: Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro, Macedonia... y Kosovo. Por medio, ríos de sangre. El Neretva también bajó rojo. ¿Estaremos ante un nuevo conflicto en los Balcanes? Con la declaración de independencia de Kosovo me he acordado de aquel viaje con mis amigos en el preámbulo de la tragedia. Éramos casi unos inconscientes. Pero entonces no nos hubiéramos creído el mapa actual.
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1 comentario:
Recuerdo como si hubiese pasado medio año y no media vida, aquel viaje al Nilo al que no fuimos por culpa de las bombas inteligentes. -No vayáis, es una locura- decían quienes bien nos querían. Resultó que organizaste este otro al cual no pude ir por razones familiares, pero recuerdo tus relatos y fotos de Dubrovnik, como si ahora la Yugoslavia de Tito no se hubiera roto. Este episodio y muchos más de final de siglo nos hicieron reflexionar a muchos acerca de que vivíamos en un mundo en que hay que estar preparado. Porque a la vuelta de cualquier esquina nos espera nuestro propio olvido histórico. Y en nuestra casa nos hemos relajado en los últimos tiempos. Ojalá que Kosovo tome el camino correcto. Ojalá que nosotros también.
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