El viernes se pasó por la redacción mi jefe histórico, Luis López Nicolás, periodista a la vieja usanza, de los que no quedan (mejor alabanza no se me ocurre), que me enseñó y me estresó a partes iguales durante seis años. Muchas hazañas se cuentan de este personaje, pero la mayor fue ponerse una bata y colarse en la primera operación de trasplante de corazón de la historia, realizada por Christian Barnard en 1967. Ya jubilado, viene a menudo para visitar a los antiguos colegas, comentar la marcha del periódico, de la Bolsa y del mercado del arte, sus tres grandes pasiones. Para hablar de las dos últimas se encamina a las secciones de Economía y de Cultura, y para hablar de la primera me suele echar el lazo y no me suelta hasta una hora después. Siempre me hace la misma pregunta: “¿Cuándo te hacen jefe?”, y yo siempre le doy la misma respuesta: “Nunca”. Como percibe una falta de ambición por mi parte, me da un tirón de orejas. Al margen de otros condicionantes (para ser jefe hay que valer, lo que no implica necesariamente ser brillante), mi verdadera ambición es otra, aunque no me canso en explicárselo porque creo que no lo comprendería. El viernes me soltó una parrafada sobre las diferencias entre su generación y la mía: “Yo tenía tres empleos y trabajaba dieciocho horas al día. Era un luchador. Vosotros sois más conformistas... pero, claro, vivís mucho mejor, estáis más tiempo con la familia, viajáis más... No sé cuál de las dos fórmulas es la correcta”. Entonces, utilizo el ciclismo (nuestro deporte favorito común) para tratar de explicarme: “¿Quién ha sido mejor, Coppi o Induráin? Yo creo que no son comparables y que cada uno fue el mejor ciclista de su época”. Así lo dejo en empate: tú lo hiciste bien, y yo, también.
Me fui a casa dándole vueltas a las distintas maneras de vivir, al periodismo y las ambiciones personales... ¿Elegimos, acertamos... o simplemente intentamos mantenernos a flote en mitad de la tormenta? ¿Es posible reinventarse a mitad de camino?
23 abril 2006
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4 comentarios:
¿Qué se piensa en el Gobierno cada vez que el abuelo Felipe reaparece para contar batallitas?
El abuelo que cotiza ahora es el de Zapatero, cuyo espíritu se le aparece al nieto instándole a fundar la III República. No sería mala idea.
Es tu crónica intimista la que me resulta más suculenta a la hora de saciar la voracidad lectora de tu blog. Cuando te despojas de tus vestiduras, cuando te quitas la “facha” de la que hablábamos en una de mis primeras intervenciones, me induces a reflexionar en algunas ocasiones, recordar en otras e incluso has llegado a inspirar mi vena literaria con la redacción de algún que otro relato de tiempos pasados, y modernos también.
Me imagino que la carrera de un periodista debe ser similar a la mía. En un primer momento te valoran por la capacidad de aplicar los conceptos puros derivados de tu formación académica, para pasar a una etapa más gestora, se continúa con una etapa directora donde se conjugan muchos ingredientes: capacidad técnica, capacidad gestora, gusto por el trabajo y, por qué no oportunismo, estar en el lugar adecuado en el momento adecuado y suerte o mala suerte según el punto de vista y se finaliza por una etapa consejera donde te dedicas a la difícil tarea de dar consejos por la experiencia adquirida en las etapas precedentes. Quizás lo interesante de ese ciclo profesional no sea tanto el ser más o menos jefe sino el cambio, el aprovechar lo mejor de uno en cada momento. Cuando el trabajo es repetitivo, sin creatividad, sin uso de la propia conciencia, sin desarrollar la inteligencia, se transforma en alienante, por muy jefe que seas. Ser jefe en sí no encierra nada. Ser jefe de sí mismo, obrar honestamente con tu propio saber conlleva una dignidad más alta, una dignidad superior. En ese sentido, y como eres de tendencias sajonas lo vas a entender, adoro la palabra inglesa “head” para designar al que soporta esta dignidad como símbolo del que más piensa.
Lo que he descubierto y me ha llamado la atención leyendo tu última crítica es el alto concepto que tienes de ti mismo. La comparación con el mundo del ciclismo es espectacular porque comparas, a ti y a tu jefe histórico, con dos heads del ciclismo mundial. Si el uno fue bueno porque ganó el Giro y el Tour, el otro le superó con creces ganando el Giro (no sé cuántas veces) y el Tour (5 veces consecutivas). Si a Coppi no le conocí, aunque sé que es un ejemplo de precocidad, el otro es un modelo de profesionalidad... a pesar de ser “jefe”. Estoy convencido de que los dos, tu jefe histórico y tú, sois modélicos en vuestra profesión, a pesar de que tú no eres “jefe” ... Todavía...
Riddleman
La que tiene un alto concepto de mí es mi madre ;-)
En serio: esa comparación Coppi-Induráin era un truco piadoso para que mi ex jefe no se torturara con sus dudas. Ya me gustaría demostrar en mi trabajo la misma excelencia que Induráin demostró en el suyo. Pero gracias por los ánimos.
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