31 marzo 2008

MI TRIBU, MI RÍO, MI AGUA

La España de la insolidaridad se alimenta de miserias políticas, de tópicos y de una incultura sin lagunas. El agua, como el idioma y el pasado neolítico, se han convertido en elementos de agitación de los que viven del presupuesto: así se montó el frente catalano-aragonés para blindar el Ebro y no dar ni una gota a esos murcianos especuladores que construyen campos de golf. El problema de los jefecillos de las tribus es que van tan sobrados que no cuentan con el efecto bumerán. Ahora Barcelona se muere de sed y Montilla ha propuesto una "captación temporal del agua" del río Segre, afluente del Ebro (no se habla de trasvase, palabra maldita donde las haya), a la cuenca del Ter-Llobregat. Su correligionario Marcelino Iglesias le ha dicho que nones, que el estatuto aragonés se opone a esta medida. Una tribu decide que un río es suyo, pone la ocurrencia negro sobre blanco y los demás a tragar, aunque no se sostenga jurídicamente. El artículo 149 de la Constitución, que se refiere a las competencias exclusivas del Estado, recoge en su punto 1, apartado 22, las referidas a la legislación, ordenación y concesión de recursos y aprovechamientos hidráulicos cuando las aguas discurran por más de una comunidad autónoma. Cualquier iniciativa que entre en contradicción con este mandato implicaría, como es obvio, la reforma de la Carta Magna. Pero da igual. Zapatero saca la calculadora y si la diferencia entre los contentos y los cabreados le favorece lo demás no importa. "Tripulación sacrificable", como diría el ordenador del "Nostromo". De la Vega ha señalado que "no ha habido trasvase del Ebro ni lo habrá jamás". ¿Se referirá a llevar agua a regiones gobernadas por el PP? ¿Aceptará el Gobierno una "captación temporal" para Barcelona, donde mandan los socialistas? Se admiten apuestas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Peazo post.
Yo lo siento mucho pero... quien ajos come...