08 enero 2007

OCHO DÍAS DE ENERO

Los muertos de la T-4 ya sufren su soledad en Ecuador. Otegi y su pandilla creen que hubo mala suerte, que no deberían haber estado en el aparcamiento. Me temo que hay más gente que opina lo mismo. ETA, en el fondo, no quería matar, sólo dar un toque de atención, pero los inmigrantes se quedaron dormidos en sus coches. Esto es un paréntesis, en Irlanda pasó lo mismo, bombazos en mitad del “proceso”, Iñaki lo recordó en su noticiario cuando los bomberos aún no habían recuperado los cadáveres del aeropuerto.
Zapatero no reconoce errores, a pesar de que Pepiño ha dicho que “la información de la que disponía el Gobierno no se correspondía con la voluntad de la banda terrorista”. “Josu Ternera” no era el hombre. “Txeroki”, jefe de los comandos, rompió en pedazos la tregua. ¿Acaso no se veía venir? El presidente se mira al espejo y la justicia poética le devuelve la imagen del Aznar del 11-M. Hay una frase para enmarcar del batasuno Telesforo Monzón: “Si el ruido de las campanas molesta, es con el campanero con el que habrá que hablar”. El ruido llevaba molestando prácticamente desde que se anunció el alto el fuego en marzo.
ZP necesita una coartada. En la rueda de prensa post atentado negó tres veces la ruptura del proceso. Días después parece que rectificó en una conversación informal con periodistas. Naturalmente, no se lo cree. En estos ocho días de enero ha dado su mayor exhibición de vacuidad desde que accedió al cargo: discursos altisonantes, gestos para la galería... pero necesita algo a lo que agarrarse, porque el crédito se agota. ¿Una ETA buena y otra mala? ¿Una alianza con todas las fuerzas políticas? Hay que ganar tiempo como sea. De momento, le ha tirado los tejos al PP con un “diálogo permanente” para lograr la unidad. Rajoy ha declarado que ha salido hoy de Moncloa sin tener “una idea clara de por qué pasó lo que pasó, y tampoco qué es lo que quiere hacer el presidente”.

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