A Acebes lo quemaron en la hoguera del 11-M los mismos que pregonaron su nombre como sucesor de Aznar, es decir, los intoxicadores de guante blanco. Creyó que ETA puso las bombas en los trenes, como todo el mundo al principio; su jefe le dejó solo y sus rivales políticos (con el apoyo inestimable de Iñaki), en un momento de crisis nacional y con 192 muertos encima de la mesa, se lanzaron a su yugular. ¿Mintió? No sé. Sé que en un par de días se habían producido las primeras detenciones y que informó más de la cuenta, con ruedas de prensa cada pocas horas (desde luego mucho más que Zapatero y Rubalcaba con la fracasada negociación con los etarras, donde sí mintieron según propia confesión). ¿Fue torpe? Probablemente. Pero sobre todo fue torpe Aznar: debió poner en marcha un gabinete de crisis con todas las fuerzas políticas y hasta con Gabilondo, para que no se inventara lo de los terroristas suicidas, entre otras cosas.
Abrasado desde entonces y ligado, junto a Zaplana, a la imagen más antipática del PP, la de la crispación y las teorías conspirativas, asume ahora el papel de lastre sacrificable. Sorprende que el actual jefe de todos ellos y derrotado dos veces en elecciones generales siga al frente del cotarro. He oído que Zapatero va a crear para él un Ministerio de la Oposición.
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