“El concepto de nación es discutido y discutible en la ciencia política y constitucional. Eso es algo que sabe cualquier estudiante de Derecho” (Zapatero en el Senado, noviembre de 2004).
En la recta final de la legislatura, el “patriota de ocasión” se rodea de hasta seis banderas de España en un homenaje a los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado caídos en acto de servicio en 2007, al tiempo que gasta un pastón en la campaña “Gobierno de España” para recomendar el ahorro de energía, la ingesta de conejo y la precaución con los antibióticos. Parece poco discutido y discutible que llenarse la boca con España da votos.
“La fuerza de una cultura reside en su capacidad para abrirse a otras, para integrarlas e integrarse en ellas. No importa cuán diferentes sean, señala Habermas, todas comparten algunos principios. Ninguna cultura tolera la explotación de los seres humanos. Ninguna religión permite la matanza de inocentes. Ninguna civilización acepta la violencia o el terror” (Zapatero en la primera reunión del Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones, Palma de Mallorca, diciembre de 2005).
El eje de la política internacional de este Gobierno “entusiasma” en los países donde cuelgan a los homosexuales y lapidan a las mujeres adúlteras, sin que Zerolo y las feministas digan esta boca es mía. El presidente prometió devolvernos al corazón de Europa, pero sus esfuerzos se han centrado en la milonga de la Alianza de Civilizaciones que, en opinión de analistas serios, enciende aún más los ánimos de los yihadistas. La Policía sigue deteniéndolos en nuestro territorio, lo que demuestra que las supuestas facturas no están pagadas (me temo que pesa más la añoranza de Al Andalus que la guerra de Irak). No pintamos nada en los foros internacionales de nivel. Eso sí, en el tinglado pacifista celebrado hace unos días en Madrid, con cargo a nuestros bolsillos, tuvieron una destacada presencia los maoríes y los boy-scouts. Y el turco, que con tal de entrar en la UE se apunta a un bombardeo.
“Hoy estamos mejor que hace un año. Pero dentro de un año estaremos aún mejor” (Zapatero en rueda de prensa el 29 de diciembre de 2006, un día antes del atentado de la T4 que costó la vida a dos personas).
El gran fracaso de la legislatura se basó en la ingenuidad y se construyó sobre la mentira. ¿Tenía derecho Zapatero a intentarlo? Por supuesto, como sus predecesores, de los que por cierto no aprendió nada. El planteamiento de los etarras es sencillo: autodeterminación, presos y Navarra. El del presidente debió ser igual de básico: rendición, entrega de armas y, después, ya hablaremos... con la Constitución en la mano. González y Aznar, con matices, lo hicieron así. En lugar de eso empezó a negociar a espaldas del PP en la anterior legislatura (para los que hablan de deslealtad ahí tienen un ejemplo de libro), devolvió a ETA a las instituciones, declaró “hombres de paz” a asesinos sanguinarios, despreció a la inmensa mayoría de las víctimas del terrorismo y no rompió los contactos tras el atentado de Barajas -al que denominó “trágico accidente”- a pesar de afirmar lo contrario. Ahora, con el horizonte del 9-M, se afana en descarrilar a ANV y las “nekanes” con pruebas que ya existían cuando afirmó que “en el Estado de derecho no caben las ilegalizaciones preventivas”. Ahí tenemos al ministro Bermejo desdiciéndose y con prisas, aplicando las leyes de forma circunstancial. Justicia a la carta.
“Estamos en la Champions League de la economía mundial” (Zapatero en septiembre de 2007, cuando se vislumbraban los primeros efectos de la recesión).
“Crisis? What crisis?” es el título de uno de los álbumes emblemáticos de Supertramp. Y también el último mantra de este Gobierno. Solbes dice que los españoles gastamos mucho en propinas y luego no llegamos a fin de mes. Además, los bares están llenos, luego la cosa no estará tan mal. Y aunque la leche y el pan han subido, los ordenadores han bajado. Quid pro quo, habrá que empezar a comer circuitos electrónicos. Zapatero, que no aprendió economía en dos tardes como le aconsejó Jordi Sevilla, no tiene la culpa de esto, claro, pero hacerse el orejas es una grave irresponsabilidad. Mientras la Bolsa se desploma, la cesta de la compra y las hipotecas suben y el ladrillo languidece, Zeta y los Pepiños ya han encontrado a quién cargarle el muerto: Bush y los neocon. Y Pizarro, el facha millonario. Falta encontrar la conexión entre la crisis y Aznar, pero todo se andará.
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