02 marzo 2009

CRISIS DE LA PRENSA (I). REÍR POR NO LLORAR

-¿Joanie?
-¿Qué?
-He dejado el periódico.
-¿Por qué?
-Me han ofrecido una indemnización, como a los tipos grandes. Aparentemente es un honor.
-Oh, Rick...
-¿Qué quieres hacer para celebrarlo? ¿Vender la casa?


The Washington Post eliminó cien puestos de trabajo el año pasado. Y en 2009, tal vez porque la situación ya ahoga más que aprieta, ha perdido el sentido del humor. Al menos durante los dos días que ha dejado de publicar Doonesbury, una tira cómica creada por el dibujante Garry Trudeau que últimamente había abordado el espinoso asunto de los despidos, contando la historia de Rick Redfern, un reportero que se ve obligado a salir del Post después de 33 años de trabajo. En su retorno, las viñetas de Doonesbury han venido acompañadas por una nota del director ejecutivo del rotativo, Marcus Brauchli, en la que atribuye el asunto a "un malentendido interno que Rick Redfern no dudaría en apreciar".
En los pasillos y cafeterías de los diarios españoles se gastan bromas a cuenta de pronósticos y listas negras, como si los chascarrillos pudieran detener la tormenta que se nos viene encima. Risas nerviosas. La situación me recuerda un viejo chiste. Jesucristo les dice a sus discípulos que antes de la medianoche uno de ellos le va a traicionar. Uno a uno le preguntan: "¿Seré yo, maestro?", y él niega. Hasta que sólo queda Judas. "¿Seré yo, maestro?". Y Jesús le contesta: "¿Seré yo... seré yo...? ¡Gilipollas!".

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