15 marzo 2009

11-M: VIVIR (Y DEJAR VIVIR) NO ES OLVIDAR

Manjón tiene el corazón negro. Lo dice ella, no lo digo yo, pero la creo. Ha hecho de la gestión de la tragedia su misión en la vida. Cada aniversario del 11M monta su propio homenaje con los sindicatos y gente afín. Ya en 2005, cuando se juntó todo cristo en el Bosque de los Ausentes, reyes, príncipes y presidentes, su asociación no envió representación alguna al acto. Ya no habla para ABC, que siempre la trató con respeto y no apoyó la teoría de la conspiración, postura por la que tuvo que pagar un altísimo precio. "Mi fama es efímera, pero espero que el mensaje de las víctimas perdure siempre", me dijo en una entrevista después de su famosa comparecencia en el Congreso de los Diputados, en aquella comisión decepcionante donde los políticos se arrojaron los muertos a la cabeza. No pensaba presentarse a la presidencia de su asociación, sino volver a su trabajo en la Administración General del Estado. Pero cambió de opinión. Cinco años después de la masacre no ha existido un acto unitario y sí una vergonzosa muestra de sectarismo. "Nos han olvidado", se queja Manjón, juguete roto según algunos, corazón negro según ella misma confesó a El País.

Juanjo mira al futuro sin olvidar el pasado. Mira a Paula y ve a Ana. Así que tiene una respuesta sencilla cuando su hija, de nueve años, le pregunta "cómo era mamá". Alegre, vitalista, extrovertida, inteligente. "Me rescató de los malos rollos y me enseñó lo que es la dignidad. Sé que ahora me diría: sigue adelante, vive tu vida, sé feliz". Y en ese mandato está. Le ha dado un barniz de normalidad a su vida. Conserva su empleo de funcionario en el Ayuntamiento de Torrejón, lee, escucha música...y pasa todo el tiempo que puede con la niña, le echa una mano con los deberes, salen al cine, a pasear, a comprar chucherías... "Parecemos novios", bromea. "Por suerte, Paula es una niña feliz". Como querría Ana.

La prensa, que no tiene cojones para publicar reportajes sobre su propio y negro futuro, tira de carril para llenar páginas. Cinco años del 11-M. Oh. Y al año siguiente serán seis. Y al próximo, siete. No sé cuántos estaremos / estarán por aquí entonces, pero seguro que a algún genio se le ocurre "llamar a las víctimas" para hacer una historia bonita y tal. Matizo. Encargará el marrón. Porque hacer este trabajo es jodido. A mí me gustaría llamar a Juanjo para preguntarle cómo le va sin necesidad de buscar relleno para un encargo. Creo que ya está bien. Que vivir (y dejar vivir) no es olvidar.
Foto: Ignacio Gil. Siempre pongo la misma, pero es que simboliza como pocas el 11-M.

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