22 abril 2008

TE DIGO QUE SÍ, PERO ES QUE NO

Qué entretenidos estamos los periodistas. Esperanza amaga, Mariano la invita a irse, Esperanza le pide explicaciones, Mariano dice que nunca pensó en prescindir de ella, Esperanza niega que vaya a competir con él... al menos por ahora, y bla, bla, bla. Océanos de tinta que un brujo podría convertir en agua para acabar con la sequía de este país presahariano. Por no hablar de las horas, días y semanas de tertulia radiofónica y televisiva que le darían a más de uno para escribir sus memorias. Total, para estar como al principio. Como diría un gallego: te digo que sí, pero es que no. Da igual: el chau chau político es la gran apuesta de los medios de comunicación, junto con los cupones para obtener el karaoke de OT, el aparato de home cinema, el collar de Swarovski, las grabaciones completas de Frank Sinatra y los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Y pensar que llevo toda la vida abriendo los periódicos por las páginas de deportes... ¿Debería confesarlo en las sesiones de psicodrama que montan las empresas para elevar los ánimos? Ayer, en el break del café con avellana, unos cuantos decidimos reivindicar la humanización del bareto, regentado por cuatro máquinas expendedoras. No es que echemos de menos al histórico Maxi, el camarero que se limpiaba las uñas en el pan al hacerte el bocata, pero el desolado local anima a volver al tajo cuanto antes. Y eso no es sano. Los del corrillo también hablamos de una proporción: treinta-setenta. La política ocupa el 30 por 100 del periódico. Nadie discute su importancia, aunque personalmente creo que cada vez nos dará menos de comer. El problema es que los jefes pasan bastante del 70 por 100 restante, de la parte, digamos, light del producto, de la sociedad, la salud, la cultura, los deportes, los viajes, las tendencias. La parte que tiene más de servicio al ciudadano y menos de doctrina. Estamos en el chau chau, que nos entretiene un montón. Y así pasamos la vida.

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