09 abril 2008

CALDERA DE EMOCIONES (I)

Ya no veo tanto fútbol como antes. Partidos completos, una veintena al año, del Atleti, de Liga de Campeones y algún derbi doméstico importante. Si hay Mundial y Eurocopa suben algo las estadísticas, claro. Antaño me tragaba dos o tres partidos por semana, muchos de ellos en el propio campo, en el Calderón de mis pecados. Ahora suelo aburrirme. Zapeo. Pero ayer me reconcilié con este deporte. Liverpool-Arsenal, encuentro de vuelta de los cuartos de final de la Champions. Anfield fue una caldera de emociones, con 40.000 almas rugiendo con el fútbol directo y generoso de ambos equipos, con ese marcador de ida y vuelta, con ese final apoteósico. Partidazo de videoteca. El caso de Inglaterra es digno de estudio: no estará en la Eurocopa 2008, sus principales clubes se nutren de foráneos (tanto jugadores como entrenadores) y son propiedad de millonarios árabes, rusos o americanos... pero mantienen un espíritu competitivo único que sorprende, además, por la ausencia de marrullerías. Como ahora tienen pasta, están armados hasta los dientes con lo más granado del firmamento futbolístico, así que han colocado a tres equipos en las semifinales de la competición más prestigiosa. Anoche sentí envidia por esos tipos que en las gradas cantaban el "You’ll never walk alone", el himno del Liverpool. Una ciudad portuaria con medio millón de habitantes... y cinco Copas de Europa. El equipo de Fernando Torres.

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