John Locke (Terry O'Quinn). El filósofo empírico y el superviviente paralítico del vuelo Oceanic 815 tienen en común algo más que el nombre. Creen que “todo ocurre por una razón”. A nuestro Locke la isla lo liberó de la silla de ruedas y le dio una segunda oportunidad. Fue a su bola en plan Rambo ilustrado hasta que descubrió que la verdadera amenaza -al menos para él- no eran los osos polares, los fantasmas o el humo negro, sino el afán de los demás “losties” por largarse de allí. Así que creó su propio lobby para enfrentarse al doctor Shepard, líder de facto por su carácter emprendedor. Su muerte y la posesión de su apariencia por parte del Hombre de Negro es uno de los grandes hallazgos de la sexta temporada: auténtico “tour de force” para Terry O'Quinn, supuesta encarnación del mal en la isla y tullido con remordimientos en la realidad alternativa.
Jack Shepard (Matthew Fox). El doctor que debía morir en el primer episodio (Kate cogería el relevo como líder) y que se salvó por la presión de los ejecutivos de la ABC es mucho más que uno de los guapos oficiales de la serie. Fue el primer personaje en tener flashback, flashforward y flash-sideways, esa línea de tiempo usada como técnica narrativa en la última temporada. Con esto está dicho casi todo. Inasequible al desaliento (se toma bastante mal las derrotas que le regala la vida), ha sido el pegamento que ha mantenido más o menos unido al grupo (“Si no podemos vivir juntos vamos a morir solos” ha sido su mantra). Su enfrentamiento con Locke está llegando a su clímax... aunque, a estas alturas, todos sabemos que Locke ya no es Locke. ¿Es Jack el nuevo Jacob?
Kate Austen (Evangeline Lilly). Antes de que Lisbeth Salander entrara en el imaginario popular como la feminista justiciera por antonomasia ya existía Kate, la pecosa, la fiera de mi niña versión “Lost”, la novia de los fans masculinos, que liquidó a su padre alcohólico y maltratador y se convirtió en fugitiva. Kate, de hecho, no ha dejado de huir desde el principio de los tiempos. El triángulo (que no trío) amoroso con Jack y Sawyer es de lo más comentado. Aunque ha dado sobradas muestras de saber cuidar de sí misma su futuro de cara al desenlace final es incierto, ya que no está en la lista de candidatos de Jacob por ser “imperfecta”. O eso le dijeron. Claro que uno no sabe si esto es una ventaja o un inconveniente.
James “Sawyer” Ford (Josh Holloway). Su llegada a la playa con el torso desnudo al final de la cuarta temporada (repetía escena en un anuncio de colonia) no ha podido ser olvidada por el género femenino. El estafador rebelde y pendenciero cuya única causa, al principio, era él mismo, ha evolucionado: capaz de sacrificarse por Kate, eligió quedarse en la isla, saltó en el tiempo y quedó atrapado en el pasado, donde halló cierto equilibrio al lado de Juliet. Tras la muerte de ésta el chico malo ha vuelto y ya ha cruzado los puños con el chico bueno oficial, Jack. Pero todos sabemos que a pesar de poner mote a todo el mundo Sawyer posee un gran corazón.
Hugo “Hurley” Reyes (Jorge García). Parece increíble que este entrañable zampabollos no haya perdido ni un gramo de peso desde que llegó a la isla, a pesar de tantas penurias y persecuciones. Vale que las despensas de la Iniciativa Dharma están bien surtidas, pero en la sexta temporada no le hemos visto meterse un atracón de los suyos y ahí sigue con sus lorzas intactas. Sufre diversos desórdenes (no sólo alimenticios), pero aporta sensatez y buen rollo a sus compañeros. Lástima que no aproveche sus contactos con los muertos para preguntarles de dónde venimos y adónde vamos. Es lo que haríamos los seres humanos normales.
Benjamin Linus (Michael Emerson). Uno de los grandes villanos de la historia de la televisión, manipulador de manual, y el tipo al que le han partido la cara más veces. Las cuatro estaciones en un día, capaz de transmitir amor, odio, miedo y compasión en un capítulo sin que le suba el pulso de sesenta. El líder de los Otros parecía tener todo atado y bien atado, pero después de asesinar a Jacob a instancias del Hombre de Negro transmutado en John Locke el asunto se le ha ido de las manos. Su personaje está cargado de referencias bíblicas que los frikis conocen de sobra. Se cansó de ser el chico de los recados del guardián de la isla y ahora su papel es residual. Pero no nos resignamos a que el inefable Ben no tenga un último as guardado en la manga.
Desmond Hume (Henry Ian Cusick). Nos lo presentaron como un personaje desquiciado que debía introducir los números 4, 8, 15, 16, 23 y 42 en el ordenador de la estación Cisne de la Iniciativa Dharma cada 108 minutos (4+8+15+16+25+42=108). Ha protagonizado algunos de los capítulos más emotivos de la serie, como el impagable “The Constant”, en la cuarta temporada, con su conciencia viajando en el tiempo y salvándose de la locura gracias al amor. Aparece y desaparece de escena a menudo, pero está lejos de ser comparsa, y dará juego hasta el final. En su primer encuentro, Desmond se despidió de Jack diciendo: “Nos vemos en otra vida, ¿no?”. Quizás esa frase anticipara lo que sucede ahora: en la realidad alternativa Desmond es consciente de que conoció “en otra vida” a las personas con las que viajó en el vuelo de Oceanic; incluso parece que recuerda las circunstancias. Desasosegante.
Jacob (Mark Pellegrino). El patrón y protector de la isla, gurú de los Otros y reclutador de los supervivientes del accidente aéreo dejó de ser una presencia espiritual para tomar cuerpo al final de la quinta temporada. Muchos de los enigmas de la serie giran en torno a este misterioso personaje y su némesis, el Hombre de Negro. La Biblia también se ha usado como fuente para explicar la vida y obras de ambos. El eterno enfrentamiento entre el Bien y el Mal parece, a estas alturas, un recurso demasiado banal, aunque algo de esto hay.
El Hombre de Negro (Titus Welliver y otros). Se podría escribir un tratado sobre el Anti-Jacob, el Humo Negro, el Monstruo que viene torturando a los “losties” desde que pasaron su primera noche en la playa tras el siniestro. En el capítulo “Across the sea” emitido en Estados Unidos el 11 de mayo (y que Cuatro despachará el próximo domingo por la tarde, antes de la traca final) se ofrecen algunas claves sobre el origen de Jacob y su hermano (atención, espoilers, que diría el clásico): nacieron en la isla en el siglo I y su madre biológica, una náufraga, fue asesinada por su madrastra, factótum del lugar. Nunca tuvo nombre porque la desdichada mujer no contaba con parir mellizos. El caso es que el Hombre de Negro, que ha tomado la forma de John Locke, desea escapar de la isla a toda costa y cree que el mal es inherente en el ser humano (“Vienen. Pelean. Destruyen. Corrompen. Siempre termina igual”). La misión de Jacob y sus sucesores es impedirle la huida para que la oscuridad no se expanda por el mundo.
Charles Widmore (Alan Dale). En “Perdidos” la apariencias engañan, aunque fiémonos del comentario de unos de los guionistas, Damon Lindelof: “Widmore es el gran villano de la serie”. Rico empresario, ex miembro de los Otros, enemigo confeso de Ben Linus y obsesionado con regresar a la isla -él sabrá por qué-, es una de las piezas clave del tablero en la batalla final que se avecina, en la que unos se quieren ir; otros, quedarse, y millones de fans desean que el desenlace sea fiel al prestigio de la serie. Lo cual no va a ser sencillo.
Jacob (Mark Pellegrino). El patrón y protector de la isla, gurú de los Otros y reclutador de los supervivientes del accidente aéreo dejó de ser una presencia espiritual para tomar cuerpo al final de la quinta temporada. Muchos de los enigmas de la serie giran en torno a este misterioso personaje y su némesis, el Hombre de Negro. La Biblia también se ha usado como fuente para explicar la vida y obras de ambos. El eterno enfrentamiento entre el Bien y el Mal parece, a estas alturas, un recurso demasiado banal, aunque algo de esto hay.
El Hombre de Negro (Titus Welliver y otros). Se podría escribir un tratado sobre el Anti-Jacob, el Humo Negro, el Monstruo que viene torturando a los “losties” desde que pasaron su primera noche en la playa tras el siniestro. En el capítulo “Across the sea” emitido en Estados Unidos el 11 de mayo (y que Cuatro despachará el próximo domingo por la tarde, antes de la traca final) se ofrecen algunas claves sobre el origen de Jacob y su hermano (atención, espoilers, que diría el clásico): nacieron en la isla en el siglo I y su madre biológica, una náufraga, fue asesinada por su madrastra, factótum del lugar. Nunca tuvo nombre porque la desdichada mujer no contaba con parir mellizos. El caso es que el Hombre de Negro, que ha tomado la forma de John Locke, desea escapar de la isla a toda costa y cree que el mal es inherente en el ser humano (“Vienen. Pelean. Destruyen. Corrompen. Siempre termina igual”). La misión de Jacob y sus sucesores es impedirle la huida para que la oscuridad no se expanda por el mundo.
Charles Widmore (Alan Dale). En “Perdidos” la apariencias engañan, aunque fiémonos del comentario de unos de los guionistas, Damon Lindelof: “Widmore es el gran villano de la serie”. Rico empresario, ex miembro de los Otros, enemigo confeso de Ben Linus y obsesionado con regresar a la isla -él sabrá por qué-, es una de las piezas clave del tablero en la batalla final que se avecina, en la que unos se quieren ir; otros, quedarse, y millones de fans desean que el desenlace sea fiel al prestigio de la serie. Lo cual no va a ser sencillo.
(Artículo original en abc.es)
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