Soy un rendido admirador de National Geographic desde hace 30 años. Al principio compraba la revista en inglés y, salvo excepciones, me limitaba a hojearla despacio, picotear algún texto y disfrutar de sus extraordinarias fotografías. Sólo aquellos reportajes que me interesaban mucho merecían el esfuerzo de una lectura completa, diccionario en mano. Cuando salió la edición en español me suscribí. Ahora es raro que me salte algún texto, incluyendo las cartas de los lectores. En todo este tiempo no he encontrado una sola errata o una foto mediocre. Sus mapas y gráficos me parecen impresionantes (los dibujantes contactan con expertos hasta para saber el color de la piel de pueblos extinguidos). NG es la obsesión por la calidad, el mimo por los detalles; la publicación donde todo plumilla amante de la prueba reina del periodismo, el reportaje, querría trabajar. He tenido la oportunidad de entrevistar a uno de sus fotógrafos estrella, David Doubilet, que me habló de su sistema de trabajo (siempre lo mejor, sin reparar en gastos ni en tiempo). Vuelve con una media de 40.000 fotografías; 50 pasan el primer corte y sólo una docena se publica. Por cierto, el profesional conserva todos los derechos intelectuales sobre su obra. NG puede utilizar la selección final y tiene el derecho a usar el material posteriormente... pagando por él. Igualito que en otras publicaciones.
Conozco a un viajero empedernido, Pedro Madera, que rastrea todas las librerías de viejo del planeta para completar su colección de National Geographic (remontarse hasta 1888 no es una tarea fácil, pero no le quedan muchos ejemplares que conseguir). Le comprendo perfectamente y, si pudiera, haría lo mismo. Más de 9.000 proyectos, investigaciones y expediciones jalonan la historia de la Sociedad. Cuarenta millones de lectores en todo el mundo (nueve millones de ellos, suscriptores). Una treintena de ediciones. Sus canales de televisión, documentales, libros y material educativo alcanzan una audiencia de 325 millones de personas al año. Bueno, pues esa Arcadia feliz del periodismo sufre la crisis como el resto de la prensa, provocando desasosiego en quienes pensamos que la calidad vende. Contra viento y marea. Las cifras antes expuestas se han estancado. Y llega el momento de explorar nuevas vías. He encontrado en la red estas interesantes declaraciones de David Griffin, director de fotografía de la revista: "No somos un gran medio, pero el poder de la marca sí es muy importante. Quizá no seamos nosotros los que adivinemos cómo hacer que los lectores paguen por leer en internet, pero estaremos listos en el momento en que alguien descifre esa posibilidad". Un buen consejo aplicable a todo el que quiera sobrevivir en la nueva era. Entretanto, NG va a vender 500.000 negativos (de los 11 millones de imágenes que posee) para capear el temporal; fotos como los de la expedición de Scott al Polo Sur en 1912.
Espero seguir llenando mis estanterías con esos lomos amarillos...
Foto: Herbert Ponting / National Geographic Society / Steven Kasher Gallery.
El barco Terra Nova, del capitán Robert Falcon Scott, enmarcado en el hielo durante la expedición antártica de 1911-12. Fue publicada en el número de diciembre de 1922 de la revista.
11 septiembre 2009
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