"¿Imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una pandilla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos?" (Almudena Grandes sobre la monja Maravillas, en un artículo publicado ayer en El País).
En El País, sí. Como dice Herman Tertsch, "un periódico que aun se pretende homologable a los productos civilizados de la prensa europea". El hojaldre de serpientes del que huyó Arcadi Espada. La escritora hace chanza (por no decir que apologiza) sobre la violación de monjas en vísperas del Día Internacional contra la Violencia sobre la Mujer, que sirve fundamentalmente para que la ministra Aído se haga fotos. Antonio Muñoz Molina, rara avis dentro de una izquierda española cada vez más inculta, más intransigente, más sectaria, se escandaliza en forma de carta al director en el citado diario. Tiene razón cuando afirma que al leer artículos como el de Almudena Grandes algunas personas nos sentimos cada vez más extrañas en nuestro propio país.
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