10 agosto 2008

PURA MAGIA

Veo con mis hijas la repetición de la ceremonia de inauguración de los Juegos de Pekín. Las niñas no parpadean. Flipan más que con las series de Clan TVE o Disney Channel. Si Madrid consiguiera los Juegos de 2016, podrían apuntarse como voluntarias. Y quizás su padre, felizmente prejubilado y sustituido por un becario mileurista, disfrutaría del evento en directo. En Barcelona 92 fui uno de los "quedados especiales": trabajo sucio a espuertas en la redacción, pero al menos no me perdí ni una cita importante por la tele. Las Olimpiadas, por encima de cualquier otra competición deportiva, rezuman magia. El deporte como redención por nuestros pecados.

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