Usain Bolt entró en meta recreándose en la suerte, mirando al tendido y con los cordones de una zapatilla desatados. Pudo haber conseguido un récord de escándalo, para veinte años o más, pero da la impresión de que el margen de mejora le va a proporcionar pingües beneficios en los bolos de atletismo que se disputan por ahí. Con Yelena Isinbayeva la impresión es la misma. Va sobrada. Me pregunto si no es mejor aprovechar el momento que desgranar las marcas. Claro que es posible que ni ellos mismos conozcan sus límites.
19 agosto 2008
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