Tras la representación se formaron pequeños corrillos en los que Alfonso iba picoteando. Un compañero con visión práctica del mundo le comentó: "Muy bien, muy bien... pero con esto no puedes ganarte la vida. Más vale que sigas dedicándote al periodismo". Cierto. La recaudación sirvió para pagar a los músicos, precio de amigo, y poco más. El asunto me hizo reflexionar sobre las prioridades del ser humano y nuestra natural tendencia a "ganarnos la vida" por encima de "vivir". Ese poemario escrito jornada a jornada durante un año, probablemente con una mezcla de apasionamiento, frustración y hasta pereza, con un hurto cierto de horas de sueño, es una manifestación del vivir; lo mismo que recitar los versos propios (desnudarse) ante un público que, antes de entrar en la sala, desconocía el casamiento de Armada con una guía rusa llamada Anna Z. y todo lo que sobrevino después. Ganarnos la vida está bien, hay que comer y criar a la prole, pero esa actividad supone un ejercicio de impostura. No creo que nuestro yo auténtico se encuentre ahí, sino en lo que hacemos sin ánimo de lucro, solo por sentirnos bien y hacer sentir bien a los demás. En la improductiva, impublicable y maravillosa pérdida de tiempo que nos inspira el hecho de vivir.
El recital, aquí.
2 comentarios:
¿Una guía rusa? Las mujeres eslavas son de una belleza que rompe el aire...
Antonio M. Figueras
Cada vez que te leo me inspiras. Debe ser custión del 64...
El último párrafo genial y la última frase brillante: "En la improductiva, impublicable y maravillosa pérdida de tiempo que nos inspira el hecho de vivir". Lástima que no nos demos cuenta de que vivimos ganándonos la vida.
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