09 diciembre 2008

PENÚLTIMO TANGO EN BUENOS AIRES

La ciudad con la calle más ancha del mundo, o eso dicen, ha sacado a pasear su piel bajo un sol sofocante. Mientras en España enfilamos el duro invierno, aquí las terrazas están puestas y Papá Noel viaja con chanclas y camiseta sin mangas, aunque un pasquín sensacionalista proclama la muerte del barbado a causa de los crímenes que asuelan la urbe. La Boca es un cocedero de turistas que dejan (ellos) que les anuden un muslo en la cintura o (ellas) que les guíen en un giro con sacada, aguja y ocho cortado. Una foto por un puñado de pesos. Circulan billetes falsos en estos tiempos de zozobra, el cambio de moneda no se libra de la mordida y, en los parques, los pájaros de cuenta se cagan sobre los turistas y, a poco que se descuiden, les limpian la cartera. Buenos Aires es tan presumida como la primera vez que la vi, pero más decadente. Te pega la hebra como el relaciones públicas de un restaurante de lujo: empieza a hablarte de las excelencias del bife de Kobe y acaba reseñando sus conquistas femeninas. La carne se confunde con las apariencias.

No hay comentarios: