14 mayo 2007
LA CASTIDAD
En 1992, en un viaje a Brasil, le pregunté a un sacerdote que estaba al cargo de una misión en la desembocadura del Amazonas que cuál era el principal problema con el que se enfrentaba. "La promiscuidad", dijo sin dudarlo. El Papa Benedicto acaba de estar en aquellas tierras y ha insistido en lo mismo. La proverbial obsesión de la Iglesia por la castidad le resta popularidad, más cuando los condones le parecen un instrumento del diablo y no un método eficaz para frenar el sida en África. La humanidad se enfrenta a auténticas plagas bíblicas, como el hambre, la pobreza y la guerra, y los curas siguen erre que erre con la abstinencia. Podrían predicar esa virtud a los desalmados que pisan su área. La lengua tiene usos más inofensivos que el de insultar.
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2 comentarios:
Los curas están embutidos en su verbal hábito de abstinencia y no hacen más que oponerse obcecados al normal desarrollo de la vida. Podrían predicar, sí, y dar trigo, y desprenderse de las ideas retrógradas, como ya lo hicieron de los otros hábitos.
La iglesia tiene muchas cosas que hacer que son incapaces de realizar.
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