22 mayo 2007

PERDÓN UNIVERSAL

En una ocasión un alemán me echó en cara la "leyenda negra" española en América, y yo, mosqueado, le recordé el holocausto judío. Desde Adán y Eva, que por hincarle el diente a una manzana nos condenaron a un mundo crispado, el que más y el que menos debe hacerse perdonar algo, pero me niego a pedirles disculpas a Hugo y Evo. Primero, porque los sucesos que nos quieren facturar ocurrieron hace quinientos años. Segundo, porque yo no desciendo de los tipos que perjudicaron a los indígenas, y ellos sí. Tercero, porque están jodiendo a sus respectivos pueblos (hoy, en el siglo XXI). En España, los defensores de la II República (no confundir con los republicanos a secas) exigen perdón a medio país por las tropelías de la posguerra, y los del otro bando reclaman lo mismo por los atropellos de la preguerra. Al Papa también le piden cuentas por tantas contiendas en nombre de Dios (los musulmanes, por eso de la alianza de civilizaciones, están exentos). Subtitulé el blog con esa frase de Tolkien ("El corazón de los hombres a menudo no es tan malo como sus actos, y rara vez tan malo como sus palabras") para que, como lluvia fina, calara en mi ánimo cada vez que abro la página, pero es difícil de creer. El ser humano está envenenando la atmósfera, esquilmando los recursos naturales, condenando al hambre y la miseria a sus congéneres... ¿Qué tal si nos ponemos serios y pedimos todos perdón?

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