09 febrero 2007

LA HUMANIDAD DEL DOLOR


La tragedia nos alcanza a todos, tengamos sangre azul, roja o de horchata. Letizia no es santo de mi devoción, pero tengo que reconocer que su dolor me conmueve, y mucho. Con la cara lavada fue más humana, más auténtica que nunca. De repente no era la princesa del protocolo, de las palabras y movimientos calculados, sino una mujer quebrada por la pérdida de su hermana pequeña. Hubiera bastado esa imagen... Han sobrado todas las demás. El morbo debería ser usado en las dietas milagro: alimenta, pero no engorda. Anteayer, cuando saltó la noticia, me conecté a la web de ABC para hacer una prueba. "Refrescaba" cada medio minuto la página donde estaba alojada la noticia de la muerte de Érika Ortiz y el número de visitas aumentaba de cien en cien, de doscientos en doscientos. Pasó de 10.000 a 100.000 en un santiamén. Ese interés... ¿justifica que algunos "periodistas" se conviertan en carroñeros? ¿Que las televisiones se llenen de programas especiales donde se finge respeto y se hurga en la herida? En el bombardeo de morralla hubo una insinuación repetida e ignominiosa: que Érika habría podido suicidarse al no soportar la presión de ser la "hermanísima".
Me quedo con la foto de mi compañero Ignacio Gil.

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