16 febrero 2007
JUICIO DEL 11-M: LA HERIDA SUPURA
El 11-M es como esa cicatriz de la varicela que nos acompaña toda la vida: no estaría mal conservar esa muesca en la piel para no olvidar a las víctimas del horror si no fuera porque aún supura, tres años después, por culpa de la crispación política, de la guerra de medios, de la manipulación... Mi vecino de enfrente sostiene que Irak es el origen de todas las cosas, el peor desgarro desde la II Guerra Mundial. Estoy de acuerdo en parte con esa aseveración: fue un error meter el palo en el avispero por una mentira que hasta hoy reconoce el recalcitrante Aznar, pero la yihad buscaba excusas. El 11-S fue antes que Irak, un hecho que tiende a olvidarse, lo mismo que sus 3.000 muertos. El 11-M fue por Irak, pero de no haber existido esa coartada los islamistas habrían buscado otra para seguir golpeando a Occidente, incluyendo a España, que les robó Al-Andalus. Pensar lo contrario es ingenuo, como lo es creer que ahora estamos a salvo porque Zapatero sacó a las tropas de ese avispero (no de otros, como Afganistán) y patrocina la “alianza de civilizaciones”. Los yihadistas odian las “alianzas” con los infieles. Una vez pagamos el precio de la incredulidad. No deberíamos bajar la guardia pensando que en el “buenismo” del presidente está la salvación. Sin ir más lejos, ETA ya nos lo ha demostrado.
Esta semana ha comenzado el juicio del 11-M y el preámbulo ha traído más cruces de acusaciones entre políticos y titulares contradictorios en la prensa. El PSOE tuvo un comportamiento lamentable, ventajista y antidemocrático los días posteriores a los atentados. El PP no ha reconocido los errores ni digerido la derrota electoral; chapotea en el caldo de cultivo que han cocinado los teóricos de la conspiración. Pensar que la muy improbable participación de ETA en la matanza va a redimirlos es una estupidez. Las diferentes interpretaciones del informe de los peritos sobre el explosivo utilizado en la matanza ha hecho más profundas las trincheras. No sé cuánta justicia traerá la vista oral, ni si se despejarán todas las dudas existentes (el descontrol policial que envuelve a la “trama asturiana”, a los confidentes, a los fichados -como Jamal Zougam-... por no hablar de la recogida de pruebas tras los atentados), pero me avergüenza el uso partidista de la peor tragedia de la historia reciente de España por unos votos, por unas cifras de ventas, por una parcela más de poder. La herida supura, y eso es un insulto a las víctimas.
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