Galicia ha renovado su idilio con la tragedia robándole plano a la guerra del Líbano, que dicen que se acabó, al menos por ahora. ZP envía tropas de pacificación, así que todos tranquilos. Entre rescoldos y escombros anda el juego en este verano que languidece (no me da pena, consumidas ya mis vacaciones). De haber regresado una semana antes probablemente me hubiera reencontrado con aquella querida tierra, porque su hado también me persigue: lo hizo en tiempos del “Mar Egeo” y del “Prestige”, aunque siendo justos lo bueno supera a lo malo en mis recuerdos, por eso me duele tanto lo que he visto y leído estos días. Me duele porque siempre volveré a Galicia y me toparé con esas cicatrices. Dos años después de la última marea negra recorrí la ruta del fuel y apenas vi salpicaduras en los acantilados. El mar bate fuerte, hace bien su trabajo. Pero esto... esto es mucho peor. Pasará una generación, se apagarán las voces de los imbéciles (Suso de Toro, Manuel Rivas, Luis Tosar, la Narbona y otros teóricos de la conspiración) y el monte seguirá pareciendo un cenicero. Iré de Santiago a Muxía, todo un clásico, y me rodearán jirones chamuscados de piel.
Así las cosas, más valdría reflexionar, reconocer los errores propios y no caer en el ridículo. El tiempo tiene el defecto de que se come tus vacaciones, pero la virtud de que retrata a todo el mundo: he aquí al tándem progre-nacionalista de las algaradas del “Prestige”, con el bastón de mando y el marrón encima de la mesa, exhibiendo su imprevisión, reaccionando tarde y mal y escupiendo eso de que “esto es una trama para acabar con el gobierno de izquierdas de Galicia y, por extensión, de España”. Si me río más me quedo con el hipo crónico. La reflexión debe alcanzar, por encima de los políticos -cuya incompetencia es una enfermedad que no cura ni Greg House-, al propio pueblo gallego, porque creo (iluso de mí) que se le puede doblar el pulso al hado que lo martiriza históricamente. Un síntoma preocupante (contado por un testigo directo): con más de un centenar de fuegos activos, un coche con altavoz circulaba por Vigo convocando a una manifestación “a favor de los pueblos árabes hermanos y contra el imperialismo de Israel”.
En las crisis, siempre hay prioridades.
15 agosto 2006
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