17 febrero 2011

CONTADOR Y LA OPINIÓN DE LOS INJUSTOS

La justicia no existe, solo existe la opinión de los injustos. No sé qué clásico dijo esto, pero me parece un buen comienzo para esta reflexión relacionada con el caso Contador y las reacciones que ha suscitado su absolución por la Federación Española de Ciclismo tras su positivo en un control realizado el pasado Tour de Francia. Muchas de esas reacciones han sido de trazo grueso, escandalizadas porque no se ha producido la crucifixión del ciclista en la plaza pública para expiar el imperdonable pecado de haber acreditado 0,00000000005 gramos por mililitro de clembuterol en su orina, una cantidad insignificante de este broncodilatador que, a decir de los científicos, no le hubiera servido ni para ajustarse las calas del pedal. ¡Ah, pero es que el reglamento dice que cada deportista es responsable de la presencia de cualquier sustancia prohibida en su cuerpo, aunque la dosis sea de “cero coma mil ceros... uno”! En fin, no voy a discutir el absurdo artículo 2.1.1. del Código Mundial Antidopaje, que seguro que cambiarán próximamente. El caso es que los abogados del corredor han encontrado la gatera por la que escapar “legalmente” de la sanción, al menos por ahora. Sea inocente o culpable, lo que es seguro es que Alberto Contador ha sido y es víctima de:

1. Los burócratas de la Unión Ciclista Internacional (UCI), con el impresentable Pat McQuaid al frente, que intentó tapar el caso y tuvo una actitud farisea más tarde, poniéndose de lado, retrasando el proceso, permitiendo que Contador recibiera estopa durante meses, dando por buena la primera propuesta federativa de un año de castigo... para concluir declarando: “Nada me sorprende viniendo de España”.

2. La Federación, que propuso media sanción para salir del paso, como si el corredor fuera “poco culpable”, y dos semanas después cambió de opinión.

3. Zapatero y su tweet. El presidente tuvo la ocurrencia de tomar partido y, de paso, armó de coartadas al resto de la humanidad.

4. La Justicia española, que ha lastrado la investigación de la Operación Puerto y de sus ramificaciones, contribuyendo a la mala fama de España en la lucha antidopaje.

5. Pedro Jota. Cogió la bandera de Contador y utilizó su grupo mediático para enarbolarla. Muy hábil. He conocido a varios periodistas que creen que la historia del mundo no se explica sin ellos. Pero que nadie se equivoque: la intención de Pedro Jota no era salvar al ciclista, sino utilizarlo para sus fines.

7. La prensa internacional, que ha dado con la clave de bóveda del éxito de los deportistas españoles: todos tramposos, todos a la hoguera. La realidad es que aquí no inventamos nada. Solo copiamos a los maestros holandeses, belgas, alemanes, italianos y franceses.

8. Individuos de su propio gremio, como Tom Boonen, doble positivo por cocaína, o Cyrille Guimard (cuántas cosas que esconder de la época en la que dirigía a Laurent Fignon), que ahora se rasgan las vestiduras.

9. Los trolls de la web. “Me avergüenzo de ser español”, leí el otro día en un foro.

Y todo esto por 0,00000000005.

La batalla no ha terminado. Es más, independientemente del camino jurídico que lleve el asunto no van a parar de arrastrar el nombre de Contador por el fango. Particularmente creo en su inocencia. Tal vez porque amo el ciclismo y ya no me quedan aristas donde agarrarme. Tal vez porque su pasaporte biológico es intachable y nadie es tan tonto para doparse con una cantidad de clembuterol que no da ni para ponerse el casco. Pero la mía no es más que la opinión de un injusto.

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