31 agosto 2009

MILLENNIUM: TRES HAMBURGUESAS CON QUESO

Estoy acabando con gran esfuerzo (las vacaciones son agua pasada y el tiempo libre empieza a escasear) la tercera entrega de la trilogía Millennium, La reina en el palacio de las corrientes de aire, después de engullir las dos primeras cuando el verano era joven y estaba lleno de promesas. Es decir, me he apretado tres hamburguesas con queso de un tirón. Y así estoy, empachado. Antes de que los fans de Salander me crucifiquen tengo que aclarar que me encantan las hamburguesas con queso. Con patatas y Coca Cola. Pero pretender que la obra del finado Stieg Larsson es un solomillo, es decir, literatura, y que supone la resurrección del género negro es, cuanto menos, exagerado. La cosa va de un periodista y una hacker que follan mucho (entre ellos y con otros), se alimentan de sándwiches y café (a veces se dan un homenaje de Billy Pan Pizza), tienen el último modelo de iBook, compran sus muebles en Ikea e investigan en las cloacas de la (ahora lo sé) poco modélica sociedad sueca. Los buenos son muy buenos; los malos, muy malos; y los tontos (es decir, los policías), muy tontos. Entre infantiles lecciones de ética periodística, fatigosos currículums de personajes secundarios y toneladas de diálogos simplones la trama discurre lenta, como un río con infinitos meandros. El primer libro, Los hombres que no amaban a las mujeres, es el mejor de los tres, o a mí me lo parece, quizás por la novedad, porque lo leí frente al Mediterráneo o porque deduje pronto que Harriet Vanger estaba viva y me libré de la cacareada adicción que provoca la novela. El segundo, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, ya anima a una lectura en diagonal, pues todos los defectos de su predecesora se hacen aquí más evidentes: personajes-cliché, moralina del autor (que se reserva un papel editorializante), villanos que son una auténtica caricatura, polis inútiles que no hacen caso al héroe... y un aquelarre gore en el desenlace que provoca hilaridad (tremendo lo del zorro orinando junto a la tumba de Salander). El tercero es la continuación del segundo, y la traducción literal de su título original es El castillo que explotó. Llevo quinientas páginas y no pierdo la esperanza de que algo explote. Me entero por la Wiki que el autor tenía ya el manuscrito del cuarto y preparaba una serie con 10 episodios. Ni César Vidal lleva ese ritmo. Para colmo, informan que Zapatero ha visitado hoy en Estocolmo los escenarios de Millennium. En fin. Mucho me temo que llegaré al otoño masticando todavía la última hamburguesa (tamaño XXL), envidiando el olfato de Larsson (que no su salud) y, sobre todo, odiando la suerte de sus herederos. Ya me gustaría a mí producir algo parecido, aunque fuera una hamburguesita para un Happy Meal, y entretener así al personal.

P.D. Mi amiga Sandía me envía este artículo de Mario Vargas Llosa. Particularmente pienso que el autor chochea... O tal vez hemos leído libros diferentes.

27 agosto 2009

MÁS IMPUESTOS

Rebajar impuestos es de izquierdas.
Zapatero sube los impuestos.
Tras la negación de la crisis llega la improvisación.
Pagan los ricos, dicen. Es decir, las clases medias.

26 agosto 2009

LA TENTACIÓN SE PUDRE ABAJO

Subasta en eBay: "Esta es una oportunidad única en la vida de poder pasar a la eternidad justo encima de Marilyn Monroe". Cementerio Westwood Village, Los Angeles. El nicho de arriba de aquel donde descansan los huesos de uno de los grandes mitos eróticos del cine está disponible. Su propietaria, Elsie Poncher, aquejada por las deudas, decidió ponerlo a la venta y desplazar los restos de su marido, Richard, que sin duda lo entenderá en el más allá. De momento, el japonés que ha ganado la puja (4,6 millones de dólares) se ha echado atrás por falta de liquidez. Tal vez haya mitómanos que se crean la fábula de "La Novia Cadáver". A mí se me ocurren cientos de sitios más agradables para descansar definitivamente de las fatigas del mundo. Y más baratos.

YES, A SECRET MAN

Anagrama de Caster Semenya.
Hay que ver cómo discurren los malpensados.

21 agosto 2009

EL PANTEÓN DE ÓSCAR

Hace 13 años puse los pies por primera vez en el Himalaya y juré volver, en parte por lo que vi y en parte por el veneno que me inocularon los montañeros de verdad a los que acompañaba en aquella expedición. De entre todos los nombres que salieron en las tertulias en el campamento situado a la sombra del Shivling, en el Himalaya de Garhwal (India), me quedé con dos: la cordillera del Karakórum y el Glaciar Baltoro. Si no fuera porque en los hoteles de Islamabad los terroristas suelen servir zumos con pulpa de turista ya habría realizado el trekking por esos lugares. Pero no pierdo la esperanza. En el Karakórum, un poema de piedra donde se encuentran algunas de las montañas más impresionantes del planeta, está el Grupo Latok, en una de cuyas cumbres ha encontrado su tumba el alpinista Óscar Pérez. Colgado y con diversas fracturas a más de 6.000 metros de altura, su frustrado intento de rescate y su muerte en el Latok II es la historia más conmovedora de este verano. "Hemos perdido la batalla contra el gigante, la montaña, que no ha querido darnos la oportunidad de llegar hasta Óscar", se lamentaba el responsable del operativo de socorro, Sebastián Álvaro. La familia del montañero, su club y el mundo del alpinismo han dado un ejemplo de valentía y solidaridad. Óscar no era un suicida, como creen algunos. Y no, no hubiera estado mejor en una de esas aburridas playas atestadas de gente. Estaba donde quería estar. Su panteón rocoso permanecerá ahí hasta el fin de los tiempos, cuando este verano y estas palabras estén sepultados por el olvido.

08 agosto 2009

SIEMPRE SEXY

La que no se consuela es porque no quiere (esto vale también para los hombres, aunque el cine los trata mucho mejor y les busca partenaires que podrían ser sus nietas). Es cierto que Sharon Stone, que ha posado semidesnuda en la portada de "París Match", tiene un medio siglo esplendoroso, pero no me trago esas declaraciones ("Tengo 50 años, ¿y qué? No es el fin"). La gloriosa Kathleen Turner de los 80 llegó a decir en los 90 que para salvar la cara tenía que desfondarse de culo. Ahora, su ruina es general. ¿Que no es el fin? ¡Claro que lo es! Pero la ventaja de estas actrices es que siempre serán la Catherine Tramell de "Instinto básico" y la Matty Walker de "Fuego en el cuerpo". Siempre sexys.

04 agosto 2009

¡QUÉ MALO ES EL ROCK & ROLL!

La noche arranca con “Badlands”. El acontecimiento del año (o quizás de muchos años) en la que fuera capital del mundo durante un tramo del siglo XVI y, efímeramente, a principios del XVII, comienza a todo trapo. Allí está media Pucela y alrededores, y también gente de Madrid y de otros rincones de Castilla, y los frikis de todas partes que siguen al Boss allá donde vaya. Uno no llega a esta categoría, pero casi. Cuando alguien me pregunta extrañado qué pinto en Valladolid un año después de haber visto a Springsteen en sesión doble en Madrid y Barcelona me encojo de hombros y sonrío (renuncio a explicar ciertas pasiones a quienes no las comparten). Cuando insisten, contesto: “Ha venido en busca de tres horas de felicidad absoluta”. Desconozco cuántos años más me va a convocar Bruce a esta fiesta, pero no pienso faltar ni una sola vez. Se acabó la discusión.

La noche sigue con “No surrender” y continúa con “Hungry heart”, “Outlaw Pete” (gloriosa versión del temazo que abre su último álbum, que algunos consideran un plagio de una canción de Kiss; que Bruce plagie a Kiss es tan improbable como que la Tierra se pare y empiece a rotar en dirección contraria), “Night”, la tremenda “Trapped” y un puñado de clásicos incontestables. La mayoría del respetable ha cruzado la cuarentena, pero las nuevas generaciones están dispuestas a coger el relevo. Uno de los momentos de la velada: el Jefe interpreta “Surprise, surprise” tras atender la petición de una cría que cumple 14 años ese día. La chica está en la primera fila y los lagrimones se escurren por sus mejillas. Bruce está desatado, como siempre. Su cara denota la alegría del principiante a pesar de llevar una vida entera en la carretera. La banda le sigue como poseída. Clarence “Big Man” Clemons está mayor y un poco perjudicado, pero da la impresión de que morirá soplando el saxofón. La noche acaba con “Born to run”, “Bobby Jean”, “Dancing in the dark” y, cómo no, “Twist and shout”. La plaza es más pequeña que otras veces, pero aquí no se esconde nadie.

Ya conté hace unas semanas que le vendí una entrada a JP, compañero caído en el ERE de ABC. Se la regaló por sorpresa a su chica, que a su vez le compró otra a JP. No faltan a la cita. Ella, emocionada, se descuelga con esta declaración unos minutos antes de comenzar el concierto: “Creo que quiero más a Bruce que a ti”. A lo que JP, impertérrito, contesta: “¡Qué malo es el rock & roll!”.