04 agosto 2009

¡QUÉ MALO ES EL ROCK & ROLL!

La noche arranca con “Badlands”. El acontecimiento del año (o quizás de muchos años) en la que fuera capital del mundo durante un tramo del siglo XVI y, efímeramente, a principios del XVII, comienza a todo trapo. Allí está media Pucela y alrededores, y también gente de Madrid y de otros rincones de Castilla, y los frikis de todas partes que siguen al Boss allá donde vaya. Uno no llega a esta categoría, pero casi. Cuando alguien me pregunta extrañado qué pinto en Valladolid un año después de haber visto a Springsteen en sesión doble en Madrid y Barcelona me encojo de hombros y sonrío (renuncio a explicar ciertas pasiones a quienes no las comparten). Cuando insisten, contesto: “Ha venido en busca de tres horas de felicidad absoluta”. Desconozco cuántos años más me va a convocar Bruce a esta fiesta, pero no pienso faltar ni una sola vez. Se acabó la discusión.

La noche sigue con “No surrender” y continúa con “Hungry heart”, “Outlaw Pete” (gloriosa versión del temazo que abre su último álbum, que algunos consideran un plagio de una canción de Kiss; que Bruce plagie a Kiss es tan improbable como que la Tierra se pare y empiece a rotar en dirección contraria), “Night”, la tremenda “Trapped” y un puñado de clásicos incontestables. La mayoría del respetable ha cruzado la cuarentena, pero las nuevas generaciones están dispuestas a coger el relevo. Uno de los momentos de la velada: el Jefe interpreta “Surprise, surprise” tras atender la petición de una cría que cumple 14 años ese día. La chica está en la primera fila y los lagrimones se escurren por sus mejillas. Bruce está desatado, como siempre. Su cara denota la alegría del principiante a pesar de llevar una vida entera en la carretera. La banda le sigue como poseída. Clarence “Big Man” Clemons está mayor y un poco perjudicado, pero da la impresión de que morirá soplando el saxofón. La noche acaba con “Born to run”, “Bobby Jean”, “Dancing in the dark” y, cómo no, “Twist and shout”. La plaza es más pequeña que otras veces, pero aquí no se esconde nadie.

Ya conté hace unas semanas que le vendí una entrada a JP, compañero caído en el ERE de ABC. Se la regaló por sorpresa a su chica, que a su vez le compró otra a JP. No faltan a la cita. Ella, emocionada, se descuelga con esta declaración unos minutos antes de comenzar el concierto: “Creo que quiero más a Bruce que a ti”. A lo que JP, impertérrito, contesta: “¡Qué malo es el rock & roll!”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un saludo compañero de concierto y muchas gracias por la crónica realmente fueron tres horas de absoluta felicidad.
Seguro que nos volveremos a encontrar porque el Boss volverá para darnos una nueva dosis de Botoxrroll

Besos de lamarydebruce