En 1992, la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro supuso la mayor reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la historia. Los yanquis, con George Bush padre a la cabeza, dinamitaron uno de los convenios más importantes, el de Biodiversidad, y el resultado final de la cumbre fue agridulce.
Cinco años después, en Kioto, los países industrializados se comprometieron a reducir los gases de efecto invernadero. Estados Unidos, que con el 4 por 100 de la población mundial consume una cuarta parte de la energía fósil y es el mayor emisor de gases contaminantes del mundo, nunca ratificó el protocolo. La coartada: algunos de los mayores "asesinos del clima", como China e India, estaban excluidos de las restricciones. España, que se comprometió a aumentar sus emisiones un máximo del 15 por 100, ha incumplido sistemáticamente lo pactado.
En la Cumbre del Clima de Copenhague, estos días, Obama se ha marcado otro de sus discursos de encantador de serpientes. Bajo la espuma, ha anunciado una decepcionante reducción del 17 por 100 de gases para 2020 con respecto a 2005 y ha exigido inspecciones a los países sospechosos. Ha pactado con China un acuerdo de mínimos y ha dejado a la UE y Japón con un palmo de narices. Por su parte, nuestro entrañable ZP ha parido una frase para la historia: "La Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento". Y yo que pensaba que la Tierra era un pueblo de ballenas... ¡Quiero una entrevista con el guionista del presidente en la Contra de ABC!
Cinco años después, en Kioto, los países industrializados se comprometieron a reducir los gases de efecto invernadero. Estados Unidos, que con el 4 por 100 de la población mundial consume una cuarta parte de la energía fósil y es el mayor emisor de gases contaminantes del mundo, nunca ratificó el protocolo. La coartada: algunos de los mayores "asesinos del clima", como China e India, estaban excluidos de las restricciones. España, que se comprometió a aumentar sus emisiones un máximo del 15 por 100, ha incumplido sistemáticamente lo pactado.
En la Cumbre del Clima de Copenhague, estos días, Obama se ha marcado otro de sus discursos de encantador de serpientes. Bajo la espuma, ha anunciado una decepcionante reducción del 17 por 100 de gases para 2020 con respecto a 2005 y ha exigido inspecciones a los países sospechosos. Ha pactado con China un acuerdo de mínimos y ha dejado a la UE y Japón con un palmo de narices. Por su parte, nuestro entrañable ZP ha parido una frase para la historia: "La Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento". Y yo que pensaba que la Tierra era un pueblo de ballenas... ¡Quiero una entrevista con el guionista del presidente en la Contra de ABC!
Atención, que me llega la inspiración: "El viento sopla y la borrasca se cierne sobre la esperanza..."
Foto: Portada del disco Wind & Wuthering, de Genesis.
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