19 noviembre 2009

LA RESACA DEL "ALAKRANA"

Me ahorro cualquier comentario sobre el bochornoso espectáculo del Gobierno en la crisis del “Alakrana”. Fatiga una barbaridad. Me quedo con tres detalles de la resaca.
Uno. La vida sigue igual. La retirada de la pancarta del Ayuntamiento de Bermeo reclamando la libertad de los secuestrados deja al descubierto el inefable cartel de los “euskal presoak”. Entretanto, el armador envía un nuevo retén: no hay atunes que perder. Como siempre, no es por dinero, es por mucho dinero. Dice el engrasador del barco: “Espero que los piratas nos dejen en paz, que ya han hecho sufrir bastante al Alakrana”. Tonto o ingenuo, qué más da. Sus jefes no lo son. Ni una cosa ni otra. Por una vez, Gaspy tiene razón: estos tipos se han ido de rositas.
Dos. La farra. Después de esquivar las balas de nuestras tropas (el asunto me recuerda a una escena de “Pulp Fiction”, cuando los matones Vincent Vega y Jules Winnfield, o sea, John Travolta y Samuel L. Jackson, sobreviven a un tiroteo a bocajarro de un ratero), los piratas se lanzan a una orgía de sexo, drogas y alcohol en su pueblo, donde se celebra con ocho bodas el pago del rescate y las putas aprovechan que hay euros frescos para subir sus tarifas. Los niños ya no quieres ser futbolistas; quieren ser piratas. Corren ríos de ron, como en la isla Tortuga en los buenos tiempos. Sólo falta Jack Sparrow. Tal vez el cabecilla de este grupo haya dicho, inspirándose en la mítica frase del señor Lobo (Harvey Keitel, vuelvo a la peli de Tarantino), “caballeros... ahora sí que podemos chuparnos las pollas”.
Tres. Silvia. La atractiva esposa del marinero Pablo Costas, con aspecto de novia perenne. Su historia es la portada del D7 de ABC el próximo domingo. Con una chica así esperándole en el puerto, los terribles días de cautiverio han debido de pasar lentísimos para Pablo.

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