El tráiler era fantástico. Agobiante y claustrofóbico. No sabía exactamente de qué coño iba la película, qué era ese dichoso huevo, pero después de ver a esa tipa corriendo aterrorizada por un pasillo entre vapores y luces parpadeantes tuve claro que tenía que embarcarme en esa nave como fuera. Cuando la estrenaron fui al cine Carlton, situado en el número 95 de la madrileña calle de Ayala. Hoy ya no existe. El individuo que picaba la entrada en la puerta me paró en seco porque no había cumplido los 16 años requeridos. Hoy parece surrealista, pero esas cosas pasaban entonces. Aquel portero forma parte de mi catálogo histórico de cabronazos. Unos meses después pude desquitarme en el cine Canciller, el mítico Canci de la calle Alcalde Lopez Casero, en el barrio de la Concepción, mi barrio de chico. Hoy esa sala (que en sus últimos estertores mutó en minicines) tampoco existe. La peli me deslumbró. Terror gótico en el espacio, con un monstruo sugerido en la pantalla y espantosamente real en mi imaginación. El Nostromo con sus pináculos de catedral avanzando lentamente en mitad de la nada. Los diseños biomecánicos de H. R. Giger. La música de Jerry Goldsmith. Kane al despertar tras liberarse del facehugger ("Recuerdo como una horrible pesadilla de asfixia"). La parrafada de Ash ("Aún no habéis comprendido a lo que os enfrentáis. Un organismo perfecto. Su perfección estructural sólo es igualada por su hostilidad. Admiro su pureza. Es un superviviente al que no afectan la conciencia, los remordimientos, ni las fantasías de moralidad. No tenéis ninguna posibilidad, pero... contáis con mi simpatía"). Sigourney Weaver quitándose la ropa con el alien de voyeur. La atmósfera única creada por Ridley Scott en una época en que le dio por firmar obras maestras, como "Blade Runner" ("Mejor húmedo que seco, mejor oscuro que luminoso, mejor cerca que lejos", que diría Oti)... Desde entonces me acompañan el viejo Ridley, la teniente Ripley... y, naturalmente, el octavo pasajero.Datos y curiosidades de la peli.
El tráiler:




