23 febrero 2009

LA CAZA Y EL CAZO

"Curioso: uno dimite por la caza y otros no dimiten por el cazo", me dicen. Y es cierto: por el cazo no dimite nadie en este país, sea del color político que sea. El problema es que la caza no es asunto baladí. El fin de semana cinegético de Bermejo, Garzón, la fiscal, el policía y sus circunstancias es uno de los mayores escándalos de esta democracia venida a menos, y desborda la "estética" que tanto juego ha dado en las tertulias (la chulería, el gratis total, la falta de licencia para pegar tiros en Andalucía...). Bermejo y Garzón han aplicado la mítica frase de Alfonso Guerra ("Montesquieu ha muerto") con una desfachatez insultante.
Pero no nos engañemos. Bermejo no se ha ido por cazar venados con el juez que (ahora lo sabemos) ve amanecer en los cotos reservados a señoritos, ni por enfrentarse a todos los estamentos de la Justicia (la institución peor valorado por los españoles, no lo olvidemos). Qué va. Pepiño ha echado cuentas este fin de semana. Galicia peligra. El cazo (en este caso, pote) puede cambiar de manos. Así que Zapatero ha decidido prescindir de su ministro más quemado y dar la cartera a Francisco Caamaño, un tipo "conciliador, mesurado y habituado a la idea del consenso". Y, sobre todo, gallego. Pronto le veremos por el noroeste apoyando al despilfarrador Touriño.

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