Por primera vez en muchos años no he visto ni una sola etapa del Giro, carrera que he seguido, con escaso interés, a través de las notas breves que le ha dedicado la prensa generalista y los comentarios de algún compañero inasequible al desaliento. Parece que hay un luxemburgués, un tal Andy Schleck, de 21 años, que apunta maneras. Ha quedado segundo y un cronista dice de él que "puede encarnar el espíritu de la regeneración". Ya veremos. La noticia ciclista de estos días ha sido la confesión de Bjarne Rijs de que iba hasta las trancas de EPO en el Tour del 96, cuando destronó a Indurain. También pasaron por el laboratorio sus imbatibles compañeros del Telekom, entre los que se encontraba un prometedor Ullrich, vencedor en el 97 y cuyo prestigio está enfangado. Yo vi ganar a Rijs en la exigente ascensión de Hautacam. Subió el puerto como un cohete, con plato grande y echando espuma por la boca. Indurain se retiró al año siguiente: hay ritmos que no se pueden seguir. Luego llegó el caso Festina, la muerte de Pantani y del Chava Jiménez, los positivos de Heras, Landis y tantos otros, la "Operación Puerto"...Ah, el Giro lo ha ganado Danilo di Luca. También bajo sospecha, pues el Comité Olímpico Italiano parece dispuesto a abrir un proceso contra él por supuesto dopaje. Como Basso hace un año. Más de lo mismo.
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2 comentarios:
No es por derribar mitos nacionales pero... ¿hay alguien que se crea que Induráin no se dopaba mientras ganaba año tras año el Tour de Francia? ¿Cómo un hombre de su envergadura subía el Tourmalet como lo hacía?
La prensa española le trata muy bien y jamás le apuntará con el dedo. ¿De verdad pensáis que jamás se pinchó EPO, hormona del crecimiento o transfusiones de sangre?
Probablemente seguía la corriente y cuando la cosa se fue de madre decidió marcharse a casa. Más sospechoso que él me parece Armstrong, el caballo percherón que superó un cáncer y se convirtió en un purasangre. Siete años sin desfallecer.
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