
Quien a estas alturas crea en la justicia del fútbol es un iluso o un ignorante. En una liga de ocho meses gana el mejor; en un torneo de cuatro semanas, no necesariamente. Dejando al margen la suerte -aquí no hay sólo una red que, como en la película "Match point", de Woody Allen, permite que tu bola pase o no, es decir, que decide tu destino, sino seis palos en dos porterías, 23 pares de piernas (contando las del árbitro) y un balón que, a veces, parece tener vida propia-, existe tal profusión de detalles y decisiones que es muy complicado aplicar el factor corrector de la justicia. El mejor jugador del Mundial y de la última década echó un borrón impresentable -no me cabe la menor duda que insultado gravemente por Materazzi, ese defensa con pinta de matón de Don Corleone- y frenó de golpe el arreón final de su equipo, que fue superior a Italia y, sin embargo, acabó probando de su propia medicina. Zidane no fue fiel a sus compañeros, pero sobre todo no lo fue a su prestigio. Su despedida será recordada por ese cabezazo al rival por culpa de un arrebato estúpido, lo cual nos lleva de nuevo a la injusticia del fútbol.
Italia atardeció ayer con su peor cara, la mezquina y ventajista, y ha amanecido hoy tetracampeona del mundo. Los más puristas podrán lamentarse hasta el infinito -"el triunfo de la nada", dice Segurola en El País-, pero después de un mes de ecuaciones se despejó la incógnita, y es inamovible. Así es el fútbol. Pienso con envidia en los italianos de mi quinta que ya han visto dos triunfos de su selección.
La historia continúa en Suráfrica 2010.
1 comentario:
En este momento no me queda más remedio que hablar de la relatividad del resultado. Yo iba con Francia, claro, con el inmenso Zidane. En este momento puedo decir que, a veces, el equipo perdedor (la quinta del Buitre que nunca ganó una Eurocopa, o la Holanda de Cruyff...) sobrepasa de lago al ganador. Claro que Francia no ha sido como la naranja mecánica o como la quinta del Buitre, pero sí ha sido infinitamente superior a la Italia gatussina. Zidane, incluso con su borrón, será historia, y el tal Meterazzi se perderá en la noche de los destripaterrones.
Publicar un comentario