Pat McQuaid, presidente de la Unión Ciclista Internacional, fue cocinero antes que fraile, pero no un cocinero cualquiera: embaucó a su paisano Sean Kelly para disputar una carrera en Suráfrica en una época en la que el COI había prohibido expresamente hacerlo a causa del apartheid. McQuaid y otros ciclistas viajaron a Suráfrica con nombres falsos, pero fueron descubiertos... y excluidos de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Este es el mismo individuo que dice ahora que "nada me sorprende viniendo de España" y que "el caso Contador le ha hecho mucho daño al ciclismo". Un burócrata que intentó tapar al principio el positivo del corredor madrileño y que ahora justifica su apelación al TAS por la injerencia de Zapatero (que dicho sea de paso, metió la pata con su tweet, pero que el presidente meta la pata ya ha dejado de ser una noticia, al menos para este humilde blog). Que se ponga el foco en la supuesta presión de ZP para la absolución de Contador en vez de entrar en el fondo del asunto, la disparatada legislación antidopaje y el abatimiento de una pieza de caza mayor, me parece increíble, por mucho rollo de responsabilidad objetiva que esgriman algunos expertos jurídicos. Los científicos han dicho por activa y por pasiva que 0,00000000005 gramos de clembuterol por mililitro de orina no sirven ni para que McQuaid levante la persiana de su habitación. Mucho menos para ganar un Tour. Pero estos burócratas tienen que justificar su envidiable calidad de vida.
26 marzo 2011
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