11 marzo 2011
DIVISIÓN EN EL 11-M
Hoy he librado, lo cual ayuda al saludable ejercicio de no leer, de no escuchar, de no ver las cosas que pasan y, al mismo tiempo, intentar que pasen cosas sencillas, como felicitar un cumpleaños o ir al teatro. No quería saber nada de un clásico: la diáspora de las víctimas del 11-M en media docena de homenajes más reivindicativos que conmemorativos. Ayer me propusieron hacer la llamada de todos los años. Despejé el balón lo más lejos posible. Pero el terremoto de Japón estropeó, en parte, mis planes de desconectar de la actualidad, de recordar sólo mi 11-M y evitar los 11-M de los demás. Que nadie se confunda: mi solidaridad con el dolor de las víctimas es absoluta y para siempre, pero no comparto las teorías conspirativas ni los discursos sectarios de algunos de sus representantes, y me entristece que cada año la cosa vaya a peor. Es una incongruencia pedir foco y micrófono y, al mismo tiempo, reclamar a los rivales ideológicos (porque de eso se trata) "déjennos con nuestro dolor, dejen en paz a nuestros muertos".
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