Hay un hecho esencial en este debate: la España de los éxitos deportivos está bajo sospecha. Creo que existe un elemento insidioso en todo esto, que nuestros vecinos europeos (con Francia y Alemania a la cabeza) no pueden soportar que un país de alpargatas se haya calzado de repente unas zapatillas voladoras y les pase por encima. No habría noticia que más le gustaría dar a L'Equipe en portada que un positivo de Rafa Nadal. Los franceses llevan un cuarto de siglo sin ganar el Tour o Roland Garros, sus dos grandes torneos. En este tiempo se han producido once triunfos españoles en el Tour y diez en Roland Garros (sin contar los tres de Arantxa Sánchez Vicario). Entiendo que eso jode. Lamentable ha sido el papel del laboratorio de Colonia filtrando a una televisión alemana el resultado de los análisis de Contador. Esos países, precisamente, tienen una oscura historia relacionada con el dopaje. Lo cual no quita que España tenga que hacer algo al respecto. Y con urgencia.
Pat McQuaid, presidente de la UCI: "Las instituciones de España deben reconocer que tienen un serio problema con el dopaje. El 50% de los positivos nos llega de allí, y su Gobierno no parece querer erradicarlo". En los sucesivos exámenes que pasó la candidatura madrileña para albergar los Juegos Olímpicos siempre nos preguntaron por lo mismo. En la última ocasión, en Copenhague, Zapatero prometió al COI que nos lo haríamos mirar. Hasta ahora. Quizás sea el momento de no aplazar más el asunto para no dar más coartadas a los acusadores... y a los tramposos.
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