Es un lío jurídico. Los plastificantes no figuran en la lista de sustancias prohibidas, y la Unión Ciclista Internacional (UCI) ni siquiera ha notificado a Contador el asunto; en teoría, se ha enterado por la prensa. La esperanza de David Howman, director general de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), sin duda el mayor "enemigo" de Contador en esta historia, es que podrían usarse como prueba combinada con el clembuterol y lo que vaya apareciendo, porque se ha abierto la veda por parte de los medios. La AMA recurriría en última instancia al Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), que en su día crujió a Valverde por su implicación en la Operación Puerto, aunque el corredor nunca dio positivo en un control. Las reglas del juego no están claras y no son las mismas para todos.
Es un lío político. La UCI querría dar carpetazo al asunto, lavar los trapos sucios en casa, llegar a una solución de conveniencia con Contador, el héroe que parecía que iba a rescatar al ciclismo de su marasmo, el deportista con el pasaporte biológico más limpio que una patena. En caso contrario las consecuencias serían devastadoras, con espantada de público y patrocinadores. Pero la AMA tiene otra visión del asunto. Cree que la UCI tapa muchos escándalos. No va a dejar escapar la presa. Howman quiere colgar del palo mayor a Contador para que sirva de ejemplo no solo al corrupto ciclismo, sino a los demás deportes (aunque a los "demás" no se les aplique el mismo rigor).
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