Lula expone sus argumentos -todos sentimentales- sobre un mapamundi y nos hunde. Ya lo sabíamos: deuda histórica con Suramérica + país de moda + rotación continental = Juegos Olímpicos. ¿Lo sabía Jacques Rogge cuando animó a Madrid a presentarse? Probablemente. Entonces… ¿por qué lo hizo? Cualquiera sabe. No voy a entrar en teorías conspirativas ni en manías persecutorias, que ya hay doctores por ahí. Cuando se produjo el primer corte en junio de 2008 y cayeron Praga, Bakú y Doha, Río pasó con la peor nota (6,4 frente a 7 de Chicago, 8,1 de Madrid y 8,3 de Tokio). A la capital qatarí, con una calificación de 6,8, el COI la dejó fuera porque proponía las fechas del 14 al 30 de octubre. A la rica Doha le sobraba el dinero tanto como el calor en agosto, así que el COI dejó pasar a Río por los pelos… y ya se ha visto hasta dónde ha llegado en poco más de un año. Con un mapamundi y sentimentalismo. En Copenhague, el príncipe Alberto de Mónaco no preguntó a la delegación carioca sobre la inseguridad, los alojamientos, los transportes y otras deficiencias de su candidatura. Daba igual. Si en el delirante sistema de votaciones hay una pizca de rigor, se diluyó como un azucarillo después de la primera vuelta, en la que por cierto se impuso Madrid (28 votos por 26 de Río, 22 de Tokio y 18 de Chicago). Cuando los votantes de Chicago y Tokio perdieron su caballo se les fue la vista a las playas de Ipanema y Copacabana. En masa. Acojonante.
Dicen que el mejor trabajo del mundo lo tiene Ben Southall, guardián de una paradisíaca isla situada en la barrera de coral australiana que, además de un suculento sueldo (83.300 euros por un semestre), disfruta de una casa de playa con tres dormitorios y piscina. Falso. El mejor empleo del mundo es el de miembro del COI. Viajas por la cara y te tratan como si fueras el puto amo. Primeros ministros y presidentes de Gobierno tienen que responder a tus preguntas y hasta cambiar las leyes de sus respectivos países para adecuarse a tus exigencias. Cuarenta y pico son europeos y dejaron a Madrid con el culo al aire para no perjudicar futuras candidaturas. Esto se sabía, y a pesar de ello fuimos tan ingenuos de entrar al trapo. No tengo nada en contra de Río de Janeiro, pero me gustaría que el COI se despeñara con esta decisión. Vale: rencor de madrileño descorazonado.
A la cara de tonto que se me quedó (ingenuo hasta el final) cuando Rogge acabó con el paripé hay que unir la tortura de soportar a tanto fino analista, sobre todo a aquellos enemigos de los Juegos o a los que sólo les preocupa la clave política. Francamente, no he pensado ni un segundo sobre el futuro de Gallardón, pero sí sobre la posibilidad de rearmarse para 2020 y, como mínimo, sembrar la duda en esa pandilla de socios cabrones que no nos han votado ahora. Esta mañana me he tropezado en la radio con el ínclito Sánchez Dragó diciendo majaderías al respecto. En su opinión, Madrid es "la ciudad más peligrosa de Europa, la más sucia, la más embadurnada con grafiti, la más botellonera, porrera, cocainómana y heroinómana, la que permite fumar en casi todos los locales públicos, la que está más amenazada por terrorismos vernáculos y foráneos, la del vuelva usted mañana, la de la picaresca, la del relativismo moral y la de mayor borreguismo plebeyo". Y, como postre, una perla cultivada: "El olimpismo pierde su esencia en el momento en que compites". Ya. Corres para empatar. Que se lo digan a los inventores, allá en la antigua Grecia. El único deporte del que Dragó es experto es el de salto al interior del cubo de basura. Juro que no es una metáfora. Lo practica en el programa Dragolandia, su particular pesebre de Telemadrid.