A mí me gustaba el deporte... antes de padecerlo. Es decir, antes de dar con mis huesos en la sección de Deportes de un periódico. Están los malos horarios, por supuesto, sobre todo los fines de semana, cuando apetece salir a una hora razonable para ir al cine o a cenar con los amigos. Y la obligación de ver los eventos con un ojo en el televisor (casi nunca nos permitimos estar en el propio escenario) y otro en el ordenador. Si España llega a la final de la próxima Eurocopa de fútbol, compartiré el momento con mis “queridos” compañeros de fatigas en vez de con mis hijas. Y será una experiencia agobiante, con los jefes apremiándonos con el cierre de los cojones. Es lo que hay. Pero lo peor es la matraca del Real Madrid, de Mourinho y de los clásicos con el Barça. Insufrible.
Para alguien que no comparte la pasión blanca ya era una pesadez soportar el engreimiento de los madridistas, a pesar de lo fácil que se pican. “Ellos han ganado nueve Copas de Europa”, suele decir un compañero atlético. “Pero nosotros hemos ganado todas las demás”. Ahora, con la yihad mourinhista, es mucho peor: su dedo les indica el camino. Un dedo en el ojo de Tito Vilanova, sí, pero también de otros entrenadores, de los árbitros, de los jugadores propios y ajenos, de la prensa... En la yihad mourinhista hay hinchas a los que, por cierto, presume de no escuchar, y periodistas que se inflaman con las filtraciones del vestuario a otros colegas, no sé si por celos profesionales o por lealtad al factótum del Madrid. Me asombra este amor incondicional por un tipo que, hasta el momento, no ha hecho gran cosa en lo deportivo (si lo comparamos con grandes técnicos de la historia blanca) y ha provocado incendios del tamaño de su ego.
Los topos son consecuencia directa de la pésima política de comunicación del Real Madrid. También ahí ha perdido claramente la batalla con el Barcelona, y eso a pesar de la omertà de Guardiola, que no es un santo, pero lo parece. El código de silencio llevado al extremo por Mou (casi única y antipática imagen del Madrid en los últimos tiempos) hace que los azulgrana, con su entrenador a la cabeza, sean más majos. Mucho-mucho, como diría Pep. Su impecable rueda de prensa previa al partido de vuelta de los cuartos de Copa del Rey contrasta con la lamentable comparecencia del desabrido portugués, con sus monosílabos y broncas a los periodistas. Otro misterio: no comprendo cómo no se levantan todos y le dejan plantado con sus miserias.
Sin embargo, algo ha sucedido en la última semana. Marca, después de levantar numerosos templos a Mou, saca a la luz las diferencias entre el míster y los pesos pesados de la plantilla. Se producen múltiples caídas del guindo. Una de las más sonadas, la del director de As, Alfredo Relaño. Se habla de la posibilidad de espantada del special one al final de curso. En fin. Más matraca...
Aquí lo dejo. Acaba de empezar otro clásico. Y juega Pepe tras el pisotón a Messi y la movida posterior. Embarazados del Real Madrid y de Mou, en la sección de Deportes nos disponemos a otra velada “inolvidable”. Menos mal que hemos pedido unas pizzas.
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